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El camino de la vida: Nuevo consenso

Habla sobre la edición de Nuevo consenso, un semanario de opinión y análisis que circuló durante varios años en Morelos, con la participación de Francisco Alonso, además de Carlos Figueroa, Enrique Álvarez, René Santoveña, entre otros

Por: J. Enrique Álvarez Alcántara, Visitas: 1040

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A la memoria de Francisco García Alonso Navarrete

 

Presentación. Quiero agradecer, en todo lo que cabe, a la Maestra Alejandra García Alonso Navarrete, académica del Centro de Investigación en Ciencias Cognitivas (Cincco) de la UAEM, por haberme obsequiado generosamente y sin condición alguna, los ejemplares del semanario Nuevo Consenso que no eran conseguibles por ningún lugar. Durante varios años, poco más de veinte, traté de diversos modos de recuperar o conseguir algunos ejemplares y esta intención fue infructuosa; hoy ha sido posible gracias a su apoyo.

Eran otros tiempos. No necesariamente mejores o peores. Lisa y llanamente era otro momento histórico. Aun no terminaba el Siglo XX ni daba comienzo el XXI; sin embargo, ya se anunciaba el acceso al segundo y la salida del primero. Los crepúsculos –como hubiera escrito el poeta Víctor Hugo— del ocaso y del amanecer presagiaban la transición de una centuria a la otra.

Era un día domingo, 24 de febrero de 1991, cuando cristalizó por fin la edición y publicación del primer número de un semanario que contenía noticias y artículos de opinión sobre diversos rubros.

Junto con Francisco García Alonso Navarrete (Director General), Carlos Dagoberto Figueroa Sánchez (Subdirector Ejecutivo), Daniel Alcaraz Gómez (Jefe de Información) y otros más, se dieron a la tarea de asegurar su continuidad.

Isaías Alanís, René Santoveña y Manuel Levi Pesa, entre otros más, en su rol de Consejo Editorial, aseguraban la calidad del mismo en los diferentes ámbitos de trabajo.

Jorge Mario Flores Osorio, los mismos René Santoveña, Isaías Alanís y otros más, colaborábamos escribiendo y publicando diversos artículos y notas.

Ahora bien, vale la pena preguntar: ¿A qué viene esta remembranza?

He dicho que Nuevo Consenso era un semanario de “análisis informativo”; y, desde ese entonces, no tengo en mi memoria –cosa que no significa que no hubieran existido—más de tres semanarios de análisis en nuestra entidad federativa desde el último cuarto del Siglo XX. Quizá el Semanario de los Debates, del Poder Legislativo de Morelos, que por lo demás es un boletín informativo, y el Correo del Sur, ese sí un semanario de análisis e información no recuerdo otro de este carácter.

Debo resaltar el hecho de que en ese entonces, los de entonces, no teníamos ni el hábito, ni la experiencia, ni el conocimiento de las redes electrónicas que hoy cubren un espacio de manera virtual y que en ese entonces, nosotros, los de ese entonces, llenábamos con las enormes hojas de papel impreso con tinta y en prensas que transformaban hojas pequeñas de papel, escritas con una “máquina de escribir”, nuestro sueños y quimeras, y nuestros pensamientos e ideas.

Nosotros, los de ese entonces, esperábamos la llegada del día domingo para comprar y leer en esas enormes hojas lo que otros y nosotros, plasmábamos con la palabra escrita. También, los días miércoles o jueves, entregábamos nuestros escritos a los encargados de la edición para su organización y publicación.

Cargados de esperanza, emoción y alegría íbamos del lugar donde se hallaban las oficinas del semanario, entregábamos los artículos, nos saludábamos, interactuábamos y departíamos, sabiendo que el día domingo, otros, además de nosotros, esperaban y buscaba en los puestos de periódicos y revistas la aparición del “Nuevo Consenso” de la semana correspondiente.

Así lo hicimos durante algunas semanas, meses y unos pocos años.

Con el paso del tiempo Isaías Alanís ya estaba en el estado de Guerrero, en la ciudad de Chilpancingo, haciendo lo que sabe hacer; Carlos Figueroa y el propio René Santoveña en la UAEM; Daniel Alcaraz, haciendo periodismo, que es lo suyo; Jorge Mario Flores y yo, también en la Facultad de Psicología de la UAEM.

¿Y Francisco García Alonso?

El Adelantado, se nos adelantó.

¿Qué se publicaba en Nuevo Consenso? Algo como esto.

Algo sobre la Poesía o ¿cómo se hace un Poeta?

El día 8 de septiembre del año 1991, en el diario El Regional del Sur, Omar Suástegui tituló su colaboración acostumbrada dominical del siguiente modo: Poesía, Moneda Barata. En dicho artículo sin proponerse definir la poesía, evoca a Gustavo Adolfo Bécquer cuando este preguntaba “¿qué es poesía? ¿y tú me lo preguntas? ¡Poesía eres tú!”

Posteriormente, el día 11 de septiembre del mismo año, en el mismo diario, la columna de los comentarios de Aguilar de la Torre llevó por título ¿Qué es la Poesía? En ésta, su autor evocó al creador de Muerte sin Fin: José Gorostiza, quien afirmaba, según refirió el autor de los comentarios, que no sabía lo que es la poesía. Debo agregar que, por lo demás, a lo largo de sus comentarios no pude hallar una respuesta satisfactoria a la interrogante que se hacía.

El día 18 de septiembre se conmemoraba un año más de la muerte del Poeta León Felipe, y no podía permanecer ajeno a ello.

Por mi parte, en un artículo publicado en el semanario Nuevo Consenso, el día domingo 22 de septiembre de ese mismo año e intitulado: ¿Qué es poesía? reflexionaba sobre esta cuestión sin haberme propuesto lanzar una propuesta definitoria.

El Psicólogo Jerome S. Bruner refiere en uno de sus libros sobre Psicología Cultural que Czeslaw Milozs comenzó sus conferencias: “Charles Elliot Norton”, presentadas en Harvard durante el periodo 1981-1982, con el siguiente comentario «Se han escrito muchos libros eruditos sobre poesía, y tienen, por lo menos en los países de occidente, más lectores que la poesía misma».

Pero aún más, quizás valga la pena preguntarnos: ¿Por qué hablar de poesía cuando otras preocupaciones, tal vez más ingentes, nos agobian?

Quizás por ello mismo, porque otras preocupaciones nos mutilan y cercenan, nos separan y distancian, amenazan y amedrentan y porque es este el momento en el cual el miedo y la angustia, la desesperanza y la incertidumbre nos convocan a mantener ese espíritu de paz y de esperanza (…); por ello es necesario dedicar, en esta hora y lugar, en esta era y época, las palabras exactas para mitigar el espíritu y gozar de la certeza.

Quiero comenzar con un poema de carácter irónico del poeta Tomás Segovia con el cual intentaba muy logradamente burlarse de algunas pretensiones definitorias y acartonadas que refundieron la poesía dentro de los cenáculos en los cuales los cofrades y “grandes iniciados” introducía iniciáticamente a los jóvenes.

Lección de métrica

 

Me pides, Araceli que te explique

cómo se mide el verso castellano

y no teniendo ejemplo insigne a mano

--Garcilaso, Fray Luis, Jorge Manrique—

 

Jugaré sin figuras y sin ases

la delicada baza que me espera.

Vamos a ello pues: Lección Primera

Endecasílabos. - Son de tres clases.

 

Aunque en el siglo dieciocho,

cuando fijaron los retóricos las normas

solo aceptaron dos de estas tres formas

son dos, digamos propiamente hablando.

 

Es decir, dos o tres. O cuatro acaso

¿cuatro? Bueno: el Marqués de Santillana

usó otra forma en época temprana;

pero son solo tres ya en Garcilaso.

 

Bien: los endecasílabos, decía

son cuatro, o tres, o dos ¿Está esto claro?

aunque en rigor, y aunque parezca raro,

son uno solo. - ¿Escuchas todavía?

 

No, si no digo nada. - Prosigamos:

lo que usa la academia son aquellos

que Dante en su comedia, en los dos bellos

primeros versos, tipifica ¿estamos?

 

“Nel meza del camin di nostra vita

Mi ritrovai per una selva oscura…”

¿pero en serio no captas, criatura,

un acento en “Camín” y el otro en “vita”?

 

Ah, vaya, menos mal. Uno va en sexta

y en penúltima el otro; en el siguiente

va uno en la diez (inevitablemente)

--¿y dónde más, a ver? No: tú contesta

 

En efecto, en la cuarta y en la octava;

y con estas dos reglas tienes todas

las que usa un hacedor ramplón de odas

y todavía se le cae la baba…

 

¿Te aburriste muchísimo? ¡Pero hombre!

Basta entonces por hoy, querida mía.

Y al decirte Araceli, “hasta otro día”

Pongo el acento en tu celeste nombre.

 

¿Acaso dicha pretensión es, ciertamente y además de soberbia, inalcanzable?

 

El Poeta Prometeico, el Poeta de Barro, León Felipe, lo expresa de una manera prístina y clara:

 

Aventad las palabras

 

Deshaced ese verso,

Quitadle los caireles de la rima,

el metro, la cadencia

y hasta la idea misma...

 

Aventad las palabras...

y si después queda algo todavía,

eso

será la poesía.

 

¿Qué

importa

que la estrella

esté remota

y deshecha

la rosa?

 

Aún tendremos

el brillo y el aroma.

 

Otra ocasión, “Yo” mismo, sí, “Yo” mismo tuve el atrevimiento y concebí el despropósito de intentar, acaso eso, la creación de un boceto, quizás un esbozo, unos cuantos trazos, unas líneas unas pocas palabras que dijeran, a mí mismo, que era la poesía y para qué leer o escribir poesía y de manera casi imperceptible se irguió ante mí este poema:

 

La poesía

 

La poesía nos redime, nos libera, nos exime,

nos rescata, nos agracia, nos distingue,

nos honra, nos eleva, nos levanta,

nos encumbra, nos endiosa, nos transmuta,

nos innova, nos instala, nos ubica,

nos distancia, nos acerca, nos arrima,

nos une, nos suelda, nos invade,

nos irrumpe, nos conquista, nos azota,

nos violenta, nos compele, nos subsume,

nos consume, nos incendia, nos inflama,

nos exalta, nos excita, nos provoca,

nos enjuaga, nos libera y nos destila.

 

La poesía es inmanente,

trascendente, envolvente e inquemante,

refrescante, redentora, protectora,

salvífica, nívea, transparente,

translúcida, impalpable, sutil,

aérea, grácil, clara, cristalina,

inmarcesible, duradera, perenne,

seductora, tentadora y sugestiva...

 

Es como el pan nuestro de cada día

que alimenta nuestra fe;

es como el agua de las márgenes del Jordán

que extraída fue para que Juan

llamara a Jesús, indicándole el camino;

es como un pedazo de fe que resucita

de entre los muertos

a la muerta que esperaba a Jairo,

dormida en su casa;

es como el perdón que recibe la adúltera

a punto de ser lapidada

por escribas y fariseos;

es como la fuerza de Simón Cireneo

que ayuda a cargar la cruz del martirio;

es como el amor de María Magdalena

que limpia del dolor y la sangre

ese rostro Nazareno;

es como los dos maderos curvados

de mis besos con los cuales

crucificaría tus sonrisas...

 

La poesía es el eco de los fondos de los fondos,

es la sonriente dulzura de tus ojos,

es el sueño que promete mundos nuevos,

el sigilo de tu cuerpo que provoca,

el temor de la exclusión inexorable,

la certeza de tus manos envolventes,

el anhelo de tus besos refrescantes,

el miedo del triunfo de Thanatos,

la locura de las muertes de las vidas,

la certeza de caminos no seguros,

la catártica mirada de tu sexo...

 

Y sin embargo, ¿Qué decir de los Poetas, cómo se hace un poeta?

 

En la Introducción de su segunda colección poética, El Diwan de Farhat, según refiere Leonor Martínez Martín, en un libro dedicado a los poetas y la poesía Árabe, editado por Espasa Calpe, que el poeta Illyas Farhat escribía.

 

¿Cómo se hace un poeta?

 

Preguntan:

 

¿De quién aprendiste a hacer poesía?

¿De quién sacaste el arte de ensartar perlas?

No has estudiado ni un solo día

Y te conocemos desde que eras pequeño.

 

Respondo:

 

En mi infancia aprendía la poesía

De los pájaros que cantan al amanecer,

De los pasos de la suave brisa

Que al deslizarse cura el cuerpo del enfermo,

De las risas de las aguas de los arroyos

Por encima de las rocas, bajo los árboles,

De los suspiros del poeta amante

Al que acosa el rico, el humilde,

De las miradas de las bellas

Capaces, casi, de perforar las piedras;

De las lágrimas de los tristes, de los débiles,

Pues en el llanto de los afligidos hay una lección.

 

El “Cocodrilo Huerta”, Efraín Huerta, poeta mexicano escribía sin pudor alguno, en la Introducción de su “Estampida de Poemínimos” lo siguiente:

“El poemínimo. Primero, hubo algo así como un desconcierto; después, cierta agitación. Medio calmados los ánimos, los poetas —sobre todo los poetas jóvenes— se dedicaron a copiarlos, a imitarlos, con la peor fortuna. El poemínimo parece facilísimo (cualquiera lo hace), pero los imitadores descubrieron que era endemoniadamente difícil.

“Hacerlo requiere de una espontaneidad diferente a la del meditado epigrama, y de un maligno toque poético que lo coloca a cien años de luminosa oscuridad del hai-kai (haikú); tampoco es un aforismo ni un apotegma ni un dogma. Para llegar o medio llegar a un acuerdo, inventé el término apodogma—y todos tan intranquilos.

“Dislocar y trastocar; crear, es el único secreto de esta singular forma de expresar referencias maternales sin llegar jamás a los extremos líricos y delictuosos de la mentada por la mentada misma.

“José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis los comprendieron desde el primer puñetazo —golpe artero, descontón— de vista. Otros, amigos y enemigos, los elogian por inercia y tratan enfermizamente de imitarlo. Imposible. En mi libro de 1947, Los Eróticos, el poemínimo que originó el caudal está en el lugar de honor y con la fecha bien clara. Ya un año antes, en Poemas prohibidos y de amor, un racimito de poemínimos fue como un ligero buscapiés. La cosa comenzó a humear y provocó el incendio previo a la estampida cuando aparecieron, casi al hilo,Circuito interior y los letales 50 poemínimos, librito, este último, inencontrable”.

Para mostrar ello sentencia en uno de los poemínimos.

 

Ay poeta

 

Primero

Que nada:

Me complace

Enormísimamente

Ser

Un buen

Poeta

De segunda

Del

Tercer

Mundo

 

30 de junio de 1969

 

El Poeta Brasileño Vinicius de Moraes, ese que compuso la canción famosísima de “La Chica de Ipanema” lo expresaba así en su poema O poeta:

 

O POETA

 

A vida do poeta tem um ritmo diferente

É um contínuo de dor angustiante.

O poeta é o destinado do sofrimento

Do sofrimento que lhe clareia a visão de beleza

E a sua alma é uma parcela do infinito distante

O infinito que ninguém sonda e ninguém compreende.

 

Ele é o eterno errante dos caminhos

Que vai, pisando a terra e olhando o céu

Preso pelos extremos intangíveis

Clareando como um raio de sol a paisagem da vida.

O poeta tem o coração claro das aves

E a sensibilidade das crianças.

O poeta chora.

Chora de manso, com lágrimas doces, com lágrimas tristes

Olhando o espaço imenso da sua alma.

O poeta sorri.

Sorri à vida e à beleza e à amizade

Sorri com a sua mocidade a todas as mulheres que passam.

O poeta é bom.

Ele ama as mulheres castas e as mulheres impuras

Sua alma as compreende na luz e na lama

Ele é cheio de amor para as coisas da vida

E é cheio de respeito para as coisas da morte.

O poeta não teme a morte.

Seu espírito penetra a sua visão silenciosa

E a sua alma de artista possui-a cheia de um novo mistério.

A sua poesia é a razão da sua existência

Ela o faz puro e grande e nobre

E o consola da dor e o consola da angústia.

 

A vida do poeta tem um ritmo diferente

Ela o conduz errante pelos caminhos, pisando a terra e olhando o céu

Preso, eternamente preso pelos extremos intangíveis.

 

Rio de Janeiro, 1933

 

Quiero cerrar este Monólogo con un poema del Poeta Guatemalteco Otto René Castillo.

“Cuando Espartaco se levantó contra los poderosos patricios de la Roma imperial, se llegó hasta él, según dicen las crónicas, un hombre llamado Antonino, poeta de la más honda estirpe y le dijo que quería luchar también por los esclavos.

“Viendo el atardecer desde la falda callada del Vesubio, Espartaco dijo al joven Antonino: ‘Enséñanos mejor tu canto, Antonino, luchar lo puede hacer cualquiera, pero nadie como tú, para hacer de las palabras las alondras azules que tanto necesitan aún nuestros hermanos’. Y Antonino respondió: ‘Las aves de más dulce canto, Espartaco, defienden su libertad también con garras’”.

Espartaco, dicen, volvió rostro hacia la más lejana lejanía y nadie supo jamás lo que aconteció en su corazón aquella tarde, cuando hablara con el poeta Antonino. Pero cuando Espartaco fue crucificado, informan las crónicas más antiguas

junto a miles de los suyos, que también fueron crucificados como él, Antonino, el poeta, le decía que había sido hermoso luchar, porque un día serán libres los esclavos en el mundo. Espartaco no dijo nada la última tarde de su vida, pero el viento, dicen, se llevó en sus manos aéreas el último gesto gallardo de sus labios: esperanza”.

 

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