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La disputa por la agenda: balance del 10 al 16 de julio

El tema de la visita de López Obrador a Donald Trump permaneció en la palestra, con énfasis en “lo mágico” que resultó la gira, sin conflictos públicos; así como los temas Ayotzinapa y Lozoya; y los exabructos de López-Gatell

Por: Carlos Garza Falla, Visitas: 1289

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El viernes 10 de julio reapareció el presidente Andrés López Obrador en el espacio de predica-comunicación que se ha construido, sus mañaneras, después de la visita que realizo a Donald Trump en Washington el 8 de julio.

La conversación en ese momento, en el primer plano, estaba dominada por un ambiente de júbilo. La visita, se decía, había sido un éxito y había resultado un palmo de narices para todos aquellos que explícita o implícitamente auguraron sería un fracaso.

Destaco al respecto dos voces, la de Jorge Zepeda Paterson quien título su columna del día 9 de julio, El Houdini tabasqueño y la de Agustín Gutiérrez Canet del mismo día:  Milagro en Washington.

El primer aspecto que resalta en ambos textos, es la idea de magia y de milagro la cual sin duda tiene jiribilla, pone en primer plano el azar y desdibuja algo que es evidente para cualquier observador atento: que dicho encuentro fue preparado meticulosamente, que no se dejó al azar ningún detalle y que precisamente por ello, se alcanzaron los objetivos perseguidos.

Los propios textos de Zepeda Paterson y de Gutiérrez Canet aportan elementos sobre la meticulosidad referida. El primero refiere: “En los últimos meses la crisis provocada por la pandemia ha llevado a López Obrador a considerar el T-MEC como el principal argumento para alimentar el optimismo de una rápida recuperación. Es esa la principal razón para esta visita del mexicano tan a modo para Trump. Le urgía no solo la entrada en vigor del tratado, sino también la ceremonia y la foto que la dan a conocer al mundo. Una especie de parteaguas que deje atrás las vacas flacas, al menos en la narrativa frente al mundo de los negocios y la inversión. De allí el propósito de la cena de empresarios de este miércoles por la noche, con la participación de varios de los dueños del dinero de ambos países.”

En el segundo, Gutiérrez Canet, tío político de AMLO y consorte de la Embajadora de México ante los Estados Unidos Martha Barcena Coquí, por su parte comparte lo siguiente: “Ayer, el presidente revisó y aquilató cada palabra de su discurso. Quiero llevar todo por escrito. No quiero improvisar”, comentó. Y así lo dijo: “Algunos pensaron que nuestras diferencias ideológicas nos iban a llevar al enfrentamiento. Afortunadamente, ese mal augurio no se cumplió”, declaró López Obrador frente a Trump. A su vez, el mandatario estadunidense replicó con igual altura: “La relación entre Estados Unidos y México nunca había sido tan estrecha como lo es hoy. La gente le apostaba en contra, pero jamás ha sido más estrecha, más cercana”.

En resumen, creo que se puede afirmar con base en las evidencias mostradas, que lo que sucedió en la visita de AMLO a Trump, no fue ningún milagro ni ningún acto de prestidigitación, lo que probablemente sí sería es que en la conversación publica se impusiera como narrativa dominante y dogma de fe, el que el presidente de los Estados Unidos “se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto. Nos ha tratado como lo que somos: un país y un pueblo digno, libre, democrático y soberano”, porque simple y sencillamente la evidencia muestra la absoluta falsedad de esa afirmación, afirmación que encierra una alta traición a todos nuestros connacionales que han sido denostados, maltratados, perseguidos y vejados por Trump.

Y es sin duda este último aspecto el que explica que desde su pulpito mañanero el presidente Andrés Manuel López Obrador haya ido desdibujando de la conversación publica su visita al Presidente Trump y atender al guion que ya había adelantado Epigmenio Ibarra en su colaboración del 8 de julio del 2020  titulada:  Washington entre Lozoya y Ayotzinapa, dice: “El viaje se produce justo cuando se anuncian dos hechos que también lleva López Obrador bajo el brazo y que habrán de significar, en el corto plazo, dos golpes por debajo de la línea de flotación al viejo régimen y a la ruidosa oposición que busca la ruptura del orden constitucional: el regreso voluntario de Emilio Lozoya, para colaborar con la Fiscalía General de la República, y el inicio de la demolición de la llamada ‘verdad histórica’ en el caso Ayotzinapa”.

No es exagerado afirmar que López Obrador desde su regreso de Washington y en su rol de actor relevante en la definición de la agenda pública, se ha apegado religiosamente al guion enunciado por Ibarra.

En relación con el caso Iguala-Ayotzinapa el mismo viernes 10 de julio, López Obrador se reunió durante casi tres horas, según reportan diversos medios, con los padres y madres de los 43 estudiantes normalistas desparecidos, cuyo vocero Melitón Ortega, declaró al salir que “hay avances importantes en el caso y que la identificación de Christian Alfonso Rodríguez Telumbre es un parteaguas para una nueva investigación y conocer así el paradero de los estudiantes.”

Desde ese momento el tema ha estado presente en el espacio público en los días que comprende este balance y ha captado la atención nuevamente de voces que, desde aquel infausto 26 de septiembre del 2014, le han dado seguimiento.

Es claro que hay una intención desde la narrativa oficial de mantener vivo el tema, así es como se explica la filtración de los videos donde aparece Tomas Zerón de Lucio, extitular de la Policía de Investigación Criminal, amenazando y torturando a uno de los detenidos, sin embargo, parte del debate se centra en que algunos de los observadores aportan elementos a la tesis de que no es claro el parteaguas del que se habla.

Jorge Fernández Méndez por ejemplo, afirma: “No logro entender con qué la ‘verdad histórica’ han terminado. Primero, porque la tesis principal, más allá de los errores que se cometieron en la investigación, de sus carencias o insuficiencias, se sigue confirmando paso a paso…”

Maite Azuela escribe: “En las últimas semanas, las noticias sobre el caso de los 43 normalistas nos han obligado a desempolvar los informes del GIEI, solo para confirmar que prácticamente las novedades de hoy son las conclusiones y recomendaciones que los expertos (y otras instituciones como la ONU) dieron en su momento al Estado y que fueron completamente ignoradas”.

En síntesis, yo diría que seguiremos viendo correr ríos de tinta sobre el asunto sin que ello necesariamente signifique que se accede a verdad y en consecuencia se crean las condiciones de posibilidad para la justicia verdadera y ello es así, porque aún en la 4T no hay voluntad política para ello.

Por lo que se refiere al otro elemento del guion filtrado por Epigmenio Ibarra: “el regreso voluntario de Emilio Lozoya, para colaborar con la Fiscalía General de la República”, (el fraseo es maravilloso), López Obrador en su rol de actor relevante en la definición de la agenda pública, no lo ha soltado en los últimas mañaneras y ha logrado aquello en lo que sin duda es un maestro poner a especular a un número grande de plumas: que ahora sí va contra Peña Nieto, que no que sólo se queda hasta Videgaray, que es una razzia en contra de “los conservadores”, que en una de esas hasta tu sales en los videos que ya comprometió Lozoya…  ¿Y? Las violencias siguen desbocadas, masacres aquí y allá, mujeres, niñas y niños asesinados… ¿Y la pandemia?

En el debate por definir la agenda pública en el periodo de tiempo que comprende este texto lo que se refiere al tema de la pandemia ocupa sin duda un lugar especial.

La aparición de Hugo López-Gatell el viernes 10 de julio en su exposición mediática vespertina fue desconcertante por decir lo menos y para no cargar las tintas sobre este particular ya que en lo personal me pareció un gran despropósito la perorata que nos receto, cito en extenso el artículo de Katia D´Artigues: Dos meses de ver a López Gatell a diario, publicado el 14 de julio: “Este pasado viernes 10 de julio fue un día llamativo. Era viernes de semáforo, nadie los forzó a que lo anunciaran ese día: fue su propuesta. Y así había pasado ya en las últimas tres semanas. Pero ese día no lo dieron a conocer”.

Ese día, en la conferencia diaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una reportera mexicana había hecho una pregunta general de México -sobre cómo veían el desarrollo de la pandemia- que derivó en una fuerte crítica al sistema de salud mexicano, a su débil vigilancia epidemiológica. Y López Gatell lo tomó casi personal.

Se aventó casi un monólogo al inicio de la conferencia donde se dijo muy preocupado por lo que pasaba en el “nivel subnacional” (es decir, en estados y municipios). El uso de “subnacional”, poco común y hasta algo despectivo por su desuso, aunque técnicamente válido, dejaba claramente ver que le había dolido lo que dijo el director ejecutivo de la OMS para Emergencias, Michael Ryan. Él también se dijo preocupado por el “nivel subnacional” y dijo que teníamos la quinta tasa más alta de letalidad en el mundo.

Contrario a lo que pasa en el país -donde el poder se concentra cada día más en Palacio Nacional- hubo una descentralización en el sistema de salud desde 1997, recordó Gatell. Y con las mejillas algo ruborizadas y molesto (contrario a sus particulares buenos modos y paciencia casi de santo al responder una y otra vez la misma pregunta) urgió a los gobernadores y presidentes municipales a actuar, casi en tono de regaño.

En los días posteriores al 10 de julio referido, ha habido en “la vespertina” de López Gatell un intento de control de daños el cual como ha sido evidente ha contado con todo el respaldo del presidente de la Republica, sin embargo, es claro que el esfuerzo ha sido ineficaz porque se hace desde el atalaya del Príncipe soberbio que por ningún motivo reconoce que se equivocó, lo que llega a afirmar es que quienes lo escuchamos somos los equivocados porque oímos mal, los equivocados son los periodistas porque no actúan como estenógrafos de sus diatribas.

Quedan para los cursos sobre la relación vocero-medios las versiones estenográficas de las vespertinas de López Gatell del viernes 10, del sábado 11, y del domingo 12, hay tela de donde cortar.

Y mientras nos perdemos en esto, la cifra de seres humanos que fallece a consecuencia del covid-19 sigue creciendo, AMLO saluda a los mexicanos desde El Cardenal, las violencias tiñen de sangre todos los rincones de la patria y la economía sufre la desaceleración más súbita y profunda de toda su historia, según dice el Banco de México.

La disputa por definir la agenda pública se va agudizando. La realidad acota los márgenes y siempre nos deja en claro lo realmente importante, los seres humanos, su vida, su salud y su bienestar.

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