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El camino de la vida: Dicotomías Derecha/Izquierda y Conservadores/Liberales

Breve Glosario de Terminología Política Ambigua y Eufemística, se propone abordar diversos términos políticos que se utilizan comúnmente y que no significan necesariamente lo que aluden

Por: J. Enrique Álvarez Alcántara, Visitas: 622

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Un chiste amargo, como suelen serlo los de la política en estos tiempos, cuenta que los socialdemócratas se presentan como de izquierda, se imaginan como de centro, y en el gobierno aplican políticas de derecha. El chiste puede ser producto de la exageración —en eso, entre otras cosas, consiste lo chistoso— pero (…)

Guillermo Castro H. Rebelion.org 26/04/2014

 

Presentación. Dando continuidad a nuestro Glosario de Terminología Política Ambigua y Eufemística, ahora presentaré algunas dicotomías de uso cotidiano en los análisis y discursos políticos actuales que, considero, merecen ser precisados política e ideológicamente porque sus usos e interpretaciones parece que ocultan, más que revelar, la realidad de lo que ahora vemos a diario, demos pues inicio a éstas.

Izquierda/Derecha, Conservadores/Liberales. Debo comenzar la exposición de la díada enunciada diciendo que, en mi columna semanal, El tercer ojo, publicada en el diario El Regional del Sur, del día sábado 25 de junio del 2022, escribí un breve ensayo cuyo título fue: Las dicotomías “izquierda/derecha”, “democracia/autocracia” o la disputa por el discurso ideológico-político: Más allá de los eufemismos. En éste expresaba que en el más reciente proceso electoral realizado en la hermana República de Colombia triunfó el “candidato de la izquierda” Gustavo Petro; no se pudo menos que festejar por ciertos sectores sociales de nuestra región latinoamericana dicho resultado. Como podemos sostener, consecuentemente se asumió el corolario implícito en esta ecuación de que el “candidato de la derecha” fue derrotado y con ello se vislumbra un nuevo horizonte en Colombia.

Por otro lado, decía que este éxito político electoral se adicionó a los triunfos que le precedieron en Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Honduras, México, Perú, Uruguay y, muy pronto, esperan o desean quienes se autodesignan como de izquierda, en Brasil, con la candidatura de Luiz Inacio Lula da Silva.

Téngase en cuenta, adicionaba, que tradicionalmente se reconocen como naciones colocadas dentro de este espectro de una “geometría política”, la “izquierda”, a Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Con base en una simple representación gráfica de este panorama, a modo de conclusión, se asume, inopinada y alegremente, que el mapa geométrico de Latinoamérica se tiñe de rojo y se orienta hacia la izquierda.

Naturalmente resaltaba el hecho de que, por su parte, quienes se adhieren ideológicamente al otro extremo de la “geometría política”, a la “derecha”, presuponen que, más bien, América Latina se orienta hacia el extremo de las autocracias, las dictaduras o, en el mejor de los casos, los populismos que condenan irremediablemente a las naciones gobernadas por “los autócratas” al fracaso económico y social; en síntesis, a las ilusiones y al autoengaño.

Expresé entonces que:

Ello supone que la querella por ganar el discurso ideológico-político trata de imponer la dicotomía que conviene a sus intereses. O bien, es la disputa entre la “izquierda” y la “derecha”, o es el forcejeo entre la “democracia” y la “autocracia”.

Tratando de mostrar algo al respecto, referí que, como lo publicó el medio La Silla Rota (con base en una nota de la agencia EFE del 20/06/2022): “Para (Iván) Duque (Presidente saliente de Colombia) el ‘problema’ que tiene hoy América Latina no es un debate ‘entre izquierda y derecha’, sino un debate ‘entre autócratas y demócratas”.

La “redes sociales”, como puede constatarse, entre ellas Twitter y Facebook, fueron la caja de resonancia de estas dicotomías y de las consecuentes ideas, actitudes y anatemas en uno u otro sentido.

“Los autócratas, sigue Iván Duque, utilizan la democracia, llegan al poder y, sutilmente, la pueden convertir en ‘dictocracia’, y cuando logran poner en su servicio a las instituciones dan ese paso hacia la dictadura, ese fue el proceso chavista y madurista en Venezuela”.

Como podemos apreciar, el mensaje de uno y otro lado, además de buscar imponer su discurso ideológico-político, oculta –sea voluntaria o involuntariamente— los intereses económicos de clase que subyacen en las profundidades de unos y otros representantes, promotores y usuarios de dicha geometría.

Empero, como podemos apreciar, no únicamente ello, también mantienen en el fondo de las perlas discursivas el conjunto de las diferencias históricas, políticas, económicas, ideológicas y culturales entre todas y cada una de estas naciones, así como entre todos y cada uno de los gobiernos que ostentan. Es decir, tras los términos “izquierda”, “derecha”, “democracia”, “autocracia”, “dictadura” o “populismo” se ocultan las formas históricamente distintas de acceder al poder político; las ideas, concepciones y prácticas de ejercicio del poder, tanto hacia fuera de sus naciones —con respecto a la política internacional y las relaciones con los EE.UU. y sus intereses— como al interior de las mismas; la categoría que adoptan para denominar su forma de gobierno y proyecto de nación; etcétera.

No tengo duda, por ello, de que bajo estas circunstancias, estas dicotomías se tornan en eufemismos que separan de la realidad política, económica y social de cada uno de los partidos políticos, líderes y naciones en cuestión, los discursos que como tal ocultan, más que revelar, el carácter y naturaleza de cada uno de ellos.

¿Qué significa que todas las naciones enunciadas sean gobernadas por candidatos de izquierda, o partidos políticos considerados de izquierda?

Si, como podemos constatar, la diversa y amplia mayoría de estas repúblicas, a lo largo del último medio siglo y lo que llevamos de esta nueva centuria, a salto de mata entre golpes de estado, invasiones militares imperialistas, triunfos electorales de izquierda, triunfos electorales de derecha y, otra vez, triunfos electorales de izquierda y derecha, permanecen dentro del conjunto de países que mantienen las relaciones de dominio/subordinación interna y externa, que promueven políticas económicas de carácter capitalista bajo la máscara de unos “ajustes con rostro humano”, o que no superan su carácter de naciones con economías de naturaleza caracterizada por el “desarrollo del subdesarrollo”; reitero la pregunta: ¿Qué significa que todas las naciones enunciadas sean gobernadas por candidatos de izquierda, o partidos políticos considerados de izquierda?

¡Vamos!

¿Qué significa hoy ser de izquierda? y ¿Qué significa ser de derecha?

Responder a estas interrogantes nos conducirá a un proceso que trascienda más allá de los adjetivos y de la limitada geometría geopolítica e ideológica, hacia la claridad sociopolítica de proyectos de nación que tengan como horizonte no a caudillos, ni partidos políticos a la usanza que sirven de trampolines para que saltimbanquis y chapulines salten de uno en uno buscando acomodarse a los tiempos, ni políticas de carácter populista. ¡No! Se trata de precisar los grandes proyectos de nación que superen las nociones de una “democracia representativa” y de circos electoreros que buscan la producción de votantes.

Empero, aún no aparece explícitamente una exposición del significado histórico y político de la dicotomía enunciada en primer término aquí; por ello daré comienzo a esta segunda parte de la glosa.

Como es conocido, la “Geometría Política”, así denominada por el Presidente de Panamá Omar Torrijos —muerto en un accidente aéreo el 31 de julio de 1981 (hasta hora poco claro el accidente, pues también se habla de magnicidio)—, encuentra sus orígenes a partir de la Revolución Francesa.

Dentro de dicha representación geométrica de hallan tres referentes espaciales, izquierda, centro y derecha. Tales parámetros fueron elaborados para interpretar las posiciones políticas de quienes eran miembros de los poderes legislativos dentro de las repúblicas liberales en función de lo que se concibe como “bien común”.

Es también sabido que la diferencia nítida entre “izquierda” y “derecha” se estableció en los análisis políticos, en la Francia revolucionaria. Los diputados se presentaban en dos grandes grupos, el de la “izquierda” y el de la “derecha”, con respecto al presidente de la Cámara, y al “centro” se acomodó un grupo indiferenciado. Los de la “derecha” se proponían “restaurar la legalidad y el orden monárquico”, mientras que los de la “izquierda” propugnaban un Estado Revolucionario. De esta manera se identificó a la “izquierda” con la radicalización revolucionaria que se proponía derrocar la monarquía y establecer un gobierno revolucionario; y la “derecha”, con quienes pretendían conservar y restaurar —de aquí deriva también la acepción de “conservadores” a quienes se proponían mantener el statu quo y la monarquía —léase la “derecha”—. Asimismo, se propalaron los términos “conservadores” y “liberales”, como sinónimos de “derecha” e “izquierda” respectivamente. Al “centro” como es creíble, se hallaban quienes decían asumir una posición neutral ante la contradicción irresoluble.

Ya han transcurrido dos siglos desde dicha Convención Revolucionaria y, no tenemos duda de ello, no se la logrado dotar de rasgos y características indiscutibles que permitan identificar las concepciones, prácticas y proyectos u organizaciones de “izquierda” o de “derecha”.

Si recordamos los grandes sucesos políticos, económicos y militares a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI —las dos guerras mundiales, la “Guerra Fría” entre los bloques soviético y el imperialismo estadounidense, las recurrentes crisis económicas, el impulso de las “Guerras de Baja Intensidad”, la caída de la ex-URSS y del bloque soviético, la erección del Estado Sionista de Israel y con ello la creación del “Problema Palestino”, el surgimiento de la Unión Europea, el papel hegemónico de los EE.UU y provocador en los eventos de envergadura económica, política y militar internacional, etcétera— podremos percatarnos de la inutilidad de tales dicotomías porque no puede apreciarse una nítida y transparente postura diferenciada, homogénea como referentes geométrico-políticos, y de unidad ante los grandes problemas regionales o locales.

Si tratásemos de comparar los discursos, posturas ideológicas y políticas, proyectos de nación, qué sé yo, de los diferentes partidos políticos, gobernantes, gobiernos, organizaciones, alianzas políticas, ante las circunstancias trascendentes de la historia antes referidas y los grandes problemas de hoy, con harta claridad y desilusión comprenderemos que las dicotomías objeto de estas glosas carecen de sentido y debiéramos buscar otras categorías políticas, ideológicas o sociológicas que, en efecto, refieran, lo que significa realmente su postura.

Si bien es cierto que desde Hegel y, sobremanera, los “hegelianos” o “post hegelianos”, algunos, se asumieron como “de izquierda”, lo mismo que Dantón, Marat y Robespierre, al grito de “Liberté, Fraternité et Egalité”, que se hallaban a la “izquierda” en el Congreso, la historia política de dos siglos y un poco más demuestra palmariamente que la “evolución” de los partidos, organizaciones, gobiernos y personajes que se autodefinen de “izquierda” ha sido confusa, pragmática, errática y oportunista en muchos sentidos.

La socialdemocracia y los de “centro”, en aras de validar su carácter carente de perspectiva se autoadscriben como de “centro/izquierda” o de “centro/derecha”, para “desmarcarse”, según ellos, de cualquier “radicalismo”; de este modo emergen los conceptos de “ultra derecha” o “ultra izquierda”, como extremos geométricos de una polaridad ideológico/política discursiva, también carente de sustento. Más todavía, aparecen expresiones estúpidas tales como: “Los extremos se unen al final”.

En síntesis y a modo de conclusión, las díadas o dicotomías políticas “izquierda/derecha”, “conservadores/liberales”, de naturaleza histórica, tienen únicamente un valor nominalista pero no sirven para realizar análisis políticos e ideológicos serios y fundamentados.

En la lucha semiótica o semántica, en sentido ideológico y político, la disputa entre quienes se dicen de “izquierda” o “derecha” se torna imperceptiblemente en moral; es decir, se sataniza o demoniza una o la otra adscripción; ergo, asumirse como de uno u otro espacio geométrico tiene costos, luego entonces es imprescindible buscar otros términos que maticen las representaciones despreciables y se tiende a asumir posturas autoadheridas al centro de uno u otro lado.

Empero, el problema no es nominal.

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