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Karl Marx - Foto: Especial

El Camino de la Vida: Marx/I

Primera Parte del texto “Vigencia de la obra de Karl Marx, a 204 años de su nacimiento”, escrito por Enrique Álvarez

Por: J. Enrique Álvarez Alcántara, Visitas: 461

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Presentación. Esta ocasión, amables lectores que siguen El camino de la vida, me propongo recordar aquí que un día 05 de mayo del año 1818, en un lugar llamado Tréveris, antiguo Reino de Prusia, hoy Alemania, nació Karl Heinrich Marx y murió un día 14 de marzo de 1883, en Londres, Inglaterra. Es decir que nuestro personaje vivió casi 65 años, de los cuales, aproximadamente 40 los dedicó a construir su obra monumental.

Hoy, pero no sólo hoy, es objeto de discusión si sus ideas, a más de siglo y medio de haber sido expuestas, son vigentes y valiosas para interpretar nuestro mundo contemporáneo y si, efectivamente, son valiosas también para disciplinas y prácticas tales como el Derecho, la Filosofía, la Economía, la Política, la Psicología o la Sociología, entre otras más, dentro del ámbito de las ciencias sociales.

También es objeto de debate la evolución del pensamiento y obra de Karl Marx; en este sentido hay quienes —como lo hizo el filósofo francés Louis Althusser— sustentan la tesis de que en esencia hay dos, por así decir, Karl Marx: El “Marx Joven” y el “Marx Maduro”, hallando entrambos una “ruptura epistemológica” (concepto introducido por el filósofo francés Gaston Bachelard) observable a partir de 1845; pero además, por decirlo también así, “sugiere” que el “Marx Maduro” es el que conviene estudiar, interpretar y comprender porque es el que muestra las tesis más sólidas y trascendentes de su pensamiento. Por su lado, hay quienes sostienen la idea de que la producción escrita del “Marx Joven” —la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1843), los Manuscritos Económicos y Filosóficos (1844), La Sagrada Familia (firmado junto con Federico Engels, en 1845), las Tesis sobre Feuerbach (1845) y La Ideología Alemana (firmado junto con Federico Engels en 1845)— mantiene una línea de desarrollo y continuidad con la obra del “Marx Maduro” —el Marx de El Capital—.

Sea como fuere, es claro que asumo la tesis de que la afirmación de Althusser es insostenible y la evolución del pensamiento de Marx tendría que analizarse e interpretarse bajo la luz de su obra a lo largo de su vida y su entorno político, ideológico y cultural.

No diré absolutamente nada sobre los “Marxismos” o las ideas derivadas de la obra del propio Marx en personajes como Lenin, Mao Tse Tung —así se escribía hace años—, León Trotsky, Enver Hoxa, Kim Il Sung, Jorge Dimitrov u otros; simplemente expresaré mis ideas sobre la vigencia del pensamiento y obra de Marx, hoy, hoy, hoy. Tampoco expresaré algo respecto a algunas actitudes religiosas o dogmáticas que desprecian a Marx y su obra fundados en sus creencias y nada más que en ellas, sin siquiera haberse acercado a la obra escrita de nuestro personaje.

Debo subrayar el hecho de que a raíz de la caída del Muro de Berlín y con ello del bloque completo de países que conformaron el Pacto de Varsovia y el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), los países del “Socialismo Realmente Existente”, —Karel Kosik o Adam Schaff utilizaron, entre otros, este concepto—, durante la última década del siglo XX, es decir, las naciones que conformaron el bloque soviético; se propaló por el mundo la especie de que el socialismo, el comunismo y su sustento fundado en las ideas y pensamiento de Karl Marx y Federico Engels —léase el “Marxismo”— se hallaban liquidados históricamente y habían fracasado rotundamente.

Naturalmente que ante tal aserto hubo también quienes precisaron la cuestión y sostuvieron la premisa fundamental de que si bien, ciertamente, habían caído estrepitosamente el Muro de Berlín, la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) y los Estados socialistas de Europa Oriental y, con ellos, el “Socialismo Realmente Existente”, era comprensible que el “Ideal Socialista”, como opción y alternativa a las irresolubles contradicciones y calamidades del capitalismo —independientemente de los rostros con los cuales pretenda enmascararse—, mantenía su legitimidad y los fundamentos planteados por Karl Marx y Federico Engels en El Manifiesto del Partido Comunista permanecían vigentes.

Sostengo aquí y ahora que esta última afirmación me parece muy sólida y sustentable y que por ello mismo la tesis del fracaso y pérdida de legitimidad y vigencia del pensamiento y obra de Marx es insostenible.

Empero, aún más, la tesis del fracaso y pérdida de legitimidad y vigencia de las ideas de Karl Marx es inadmisible bajo estos supuestos dado que el pensamiento y obra de Karl Marx, en ninguna circunstancia, puede reducirse al Manifiesto del Partido Comunista.

Citaré tan sólo algunos de los trabajos publicados y escritos por Karl Marx, solo o junto con Federico Engels, para comprender la magnitud de su obra.

La Miseria de la Filosofía; Trabajo Asalariado y Capital; los Grundrisse o Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política; Salario, Precio y Ganancia; El Capital (en tres tomos), entre otros más. Es decir, que es una soberana estupidez reducir el pensamiento y obra de Karl Marx al Manifiesto del Partido Comunista y, todavía más, suponer que el fracaso del “Socialismo Realmente Existente”, con la caída del Bloque Soviético, “evidenciaba” que el pensamiento y obra de Karl Marx estaban condenados a terminar en el “Basurero de la Historia”. Nada más alejado de la verdad.

Pero como hubiera mostrado metodológicamente Jack, “El Destripador”, vámonos por partes.

 

La obra de Karl Marx, hasta 1845

 

David Riazanov (Primera Digresión). ¿Quién fue David Riazanov (1870-1938)? Sin duda este personaje es reconocido como quien hubiera creado el Instituto Marx/Engels y editor del primero y más importante esfuerzo para publicar la obra completa de Marx y Engels (1921).

Téngase claro, precisando la cuestión, que “el primer esfuerzo serio destinado a sacar a la luz los primeros escritos de Marx fue la aparición en 1902 de la obra que Franz Mehring recopiló bajo el título Aus dem literarischen Nachlass von Karl Marx, Friedrich Engels und Ferdinand Lassalle” (David Leopold, El joven Karl Marx). Sin embargo, debemos tomar en cuenta que esta edición contenía únicamente las obras ya publicadas, conocidas y posteriores a 1945.

Es por ello que los primeros escritos de Karl Marx, los que llegan hasta el año de 1845, los escritos del “Marx Joven”, fueron conocidos prácticamente medio siglo después de su muerte.

Riazanov fue uno de los militantes comunistas rusos verdaderamente heterodoxos y en contantes fricciones con el Partido Comunista de la Unión Soviética.

En el año de 1927 el Instituto Marx-Engels publicó el primer volumen de la Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA1) y que la traducción del alemán al castellano refiere como una “edición completa de las obras de Marx y Engels” en sus idiomas originales, la cual debería comprender 42 volúmenes.

Bajo la dirección de Riazanov, se publicaron cinco volúmenes de esta edición hasta 1931 (posteriormente se publicaron siete más hasta que el proyecto fue abandonado a mediados de la década de 1930).

Con base en un juicio espectacular de un supuesto "Buró de la Unión de Mencheviques", Riazanov fue despedido como director del Instituto Marx-Engels en febrero de 1931. Poco después de la finalización del juicio de marzo de ese año Riazanov fue expulsado del Partido Comunista y arrestado por la policía secreta, bajo la acusación siguiente: "ayudar a la actividad contrarrevolucionaria menchevique". Después de su arresto, Riazanov no fue enviado a los campos de trabajo del Gulag, pero fue sometido a una deportación administrativa a la ciudad de Saratov.

El Instituto Marx-Engels de Riazanov se fusionó con el Instituto Lenin y, posteriormente, en 1931 pasó a constituirse en el Instituto Marx-Engels-Lenin, bajo la dirección de V.V. Adoratsky.

El 21 de enero de 1938, tras un juicio amañado y después de siete años de “exilio” interno, el Colegio Militar del Tribunal Supremo de la URSS condenó a muerte a Riazanov y fue ejecutado ese mismo día.

Cabe destacar que Riazanov fue “rehabilitado póstumamente” en 1958, con Nikita Krushev al frente de la URSS, y nuevamente fue “rehabilitado en términos políticos”, en 1989, como parte de la campaña glasnost de Mikhail Gorbachev.

Para cerrar esta primera digresión resta plantear la siguiente pregunta: ¿A qué viene la importancia de exponer esta breve digresión?

Pues nada más, pero también nada menos, a que Riazanov fue quien, según el historiador Colum Leckey (David Riazanov and Russian Marxism, Russian History/Histoire Russe, vol. 22, no. 2 Pp. 129) “logró adquirir, preparar y publicar por primera vez los escritos previamente desconocidos de Karl Marx y Frederich Engels”, los que llegan hasta el año de 1845. Entre ellas se encuentran las obras La ideología alemana, secciones de los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, Crítica de la filosofía del derecho de Hegel y Dialéctica de la naturaleza.

Esta fuente bibliohemerográfica permitió, por ejemplo, la edición y la publicación de libros tales como Cuaderno Spinoza, de Karl Heinrich Marx, bajo la traducción, estudio preliminar y notas de Nicolás González Varela (Montesinos, Ensayo, Madrid, 2012) o El joven Karl Marx, de David Leopold (Akal, Madrid, 2012), libros que analizan el periodo comprendido entre los años 1830 y 1845, época que contemplaba las edades de 12 a 27 años; es decir, el “Marx Joven”.

 

El “Marx Joven”

 

Como es bien sabido, la primera e indiscutible influencia sobre Karl Marx fue la de su padre (Heinrich Marx, un filósofo judío liberal formado bajo las del liberalismo e “iluminismo” francés que se proponía un programa que contemplaba: igualdad ante la ley, libertad de expresión, libertad de cultos, laicidad del Estado y la forma monárquica de gobierno con una constitución mixta; considérese que en los inicios del Siglo XIX en Prusia había una monarquía) —tal cual se expresa hoy en Reino Unido o España, entre otras naciones que se hallan ancladas en estas ideas de principios de tal centuria—, quien al fallecer en el año de 1838 —cuando el joven Karl Marx tenía apenas 20 años de edad— ya heredaba un “liberalismo híbrido” a un muchacho que se había adherido a un grupo conocido ahora como los “Jóvenes Hegelianos de Berlín”.

Una segunda influencia admitida sobre el joven Marx fue ejercida por el barón Johann Ludwig von Westphalen (quien posteriormente será su suegro) que también, como su padre, era un personaje “liberal y nacionalista”, reforzando la influencia paterna y aportando, además, la importancia del estudio de Spinoza (filósofo neerlandés que fue considerado en su época como el “Primer ateo sistemático” y quien hubiera escrito el TractatusTheologico-politicus y, desde luego, su tratado de Ética. Importa destacar el hecho de que sus libros estuvieron prohibidos desde el año de 1679 por la Inquisición. Más aún, se dice que “existió una época en Occidente en que uno podía ser condenado a muerte por ser spinozista”, Nicolás González Varela, 2012, p. 7). Pues bien, sobre este filósofo el “Marx Joven” realizó una serie de apuntes —o glosas— que aparecieron bajo el título de Cuaderno Spinoza.

Es destacable el hecho de que Westphalen fue quien permitió que Marx conociera al socialista utópico Saint-Simon.

Una tercera influencia documentada fue la propia ciudad de Tréveris, la cual era conocida como una ciudad “roja” o “radical”. El ambiente cultural y político de la misma era un entorno que bajo la égida de Heinrich Marx y Westphalen permitieron que Marx consolidara sus ideas liberales.

Es en este mismo periodo cuando escribe su trabajo “Reflexiones de un adolescente al elegir profesión”, texto en el cual ya aparecen ideas tales como la del progreso como un camino hacia la libertad, la felicidad y la perfección en bien de la comunidad y no sólo del individuo.

Además de la influencia de los filósofos Hegel o Ludwig Feuerbach, no cabe duda que el poeta y ensayista Heinrich Heine jugó también un papel importante a este respecto.

Heinrich Heine (Segunda digresión). Marx conoce durante su exilio en París al poeta y ensayista Heinrich Heine. Según el “Marx Joven” lo que hoy es Alemania vivía una escisión entre sus estatus político y filosófico; mientras que políticamente se hallaba bajo una monarquía absoluta, filosóficamente vivía la “historia soñada”. Es decir, que filosóficamente soñaba el Estado devenido de la Revolución Francesa, mientras que políticamente se hallaba atrasada. Para esta situación utilizó el término “Traumgeschichte” (Historia soñada). Dicho de otra manera, sostenía que la vida política más avanzada era la francesa, mientras que la filosofía más avanzada era la alemana.

Ahora bien, este concepto de “Traumgeschichte” (Historia soñada) aparecía, años antes, en la obra del también poeta Friedrich Hölderlin a quien, por supuesto, conocía el joven Karl Marx. Hölderlin lo expresaba así:

No os burléis jamás del niño que, con látigo y espuelas, / se siente audaz e importante sobre un corcel de madera / porque los alemanes sois como ese niño / pobre en hechos y rico en pensamientos.

Marx lo expresará del modo siguiente: “en política los alemanes han pensado lo que otras naciones han hecho”.

Desde aquí se aprecia claramente en Marx la necesaria e ineludible unidad de la teoría con la práctica, idea que aparece nítidamente expuesta en la Tesis XI sobre Feuerbach:

Lo que han hecho hasta ahora los filósofos es interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata ya por anticipado es de transformarlo.

Según David Leopold, en la obra de “Marx Joven” aparece frecuentemente citado el Poeta Heine, quien utiliza, antes que el propio Marx el término “Traumgeschichte” (Historia soñada) desde 1831; en el año de 1834, nuevamente lo expresa en un ensayo de naturaleza política.

Heine lo escribe así:

La tierra es de franceses y rusos / y el mar de los británicos / pero en el aéreo reino del sueño / poseemos el dominio indiscutible. / Ahí ejercemos la hegemonía / ahí somos invencibles / los otros pueblos solo se han / desarrollado a ras de tierra.

Nada más, pero nada menos, que la relación entre teoría y práctica indisolubles.

Es perfectamente contrastable que, en la obra de Marx, Heinrich Heine –junto con Miguel de Cervantes de Saavedra y William Shakespeare—, aparece constantemente citado.

Por otro lado, en la época en que escribió La Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, tanto Marx como Heine mantenían una estrecha relación de amistad.

Marx conoció a Heine pocos meses después de su llegada a París, en el mes de noviembre de 1843; Marx era apenas un muchacho de 25 años y desconocido aún, mientras que Heine era ya un ensayista y poeta logrado e internacionalmente reconocido, además de ser ya un personaje maduro de casi cincuenta años.

Según algunas notas escritas por Eleanor Marx, hija de Karl Marx, su padre y Heine se veían casi diario; según ella “le tenía tanto aprecio que hasta le perdonaba sus caprichos políticos. Marx pensaba que los poetas eran bichos raros, y que no se les podía juzgar según los criterios de conducta ordinarios, ni extraordinarios”.

Bajo estos supuestos, la hipótesis de la influencia de Heine sobre Marx parece plausible porque Heine fue quien primero utilizó la idea de la “Traumgeschichte” (Historia soñada), enseguida porque Marx conocía ampliamente la obra de Heine y finalmente, porque durante su estancia en París, cuando escribió la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, mantuvo una estrecha relación con el poeta.

La Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. Sin duda la primera gran aportación de Marx al estudiar críticamente la Filosofía del Derecho de Hegel consiste en la distinción clara de las cualidades del Estado Moderno con respecto a los Estados Feudales. Y esta diferenciación conduce al reconocimiento de que el Estado Moderno se distingue de los precedentes porque se establecen, en principio, los siguientes rasgos:

  • *Una separación clara y definitiva de la Sociedad Civil y el Estado político, de modo tal que la primera anteponía los interese particulares a los de la comunidad, mientras que el Estado se encargaba del interés general. Este suceso implicaría también una separación de la vida económica de la vida política. Proceso que Marx identifica con precisión hasta el triunfo de la Revolución Francesa, en el año de 1789.
  • Una segunda cuestión, derivada de la precedente, se muestra en que en función de los intereses de uno y otro (la Sociedad Civil y el Estado) aparece una contradicción antitética entre unos y otros; entre la vida política y la vida civil.
  • En tercer lugar, Marx establece claramente los elementos que definen a la Sociedad Civil o su carácter:
    • Se trata de una sociedad atomizada; es decir, en la vida social “moderna” es el “interés particular el que determina el objetivo final” de la vida de la Sociedad civil; ello naturalmente la tomiza o fragmenta.
    • En la vida civil “moderna” es el “principio del individualismo el que es llevado como conclusión lógica”.
    • La Sociedad Civil “moderna” se expresa como una “sociedad atomista con el fin de subrayar la existencia de un individualismo sin trabas cuyos efectos sobre la dimensión comunal del desarrollo humano son claramente deletéreos”.
  • Por ende, la vida política “moderna”, a diferencia de la civil, considera el bien común de la comunidad y, por lo tanto, la dimensión comunal del desarrollo humano individual.

Otro asunto relacionado con la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel es el de la Autorrealización Humana. Aquí es necesario resaltar las tres categorías que para Marx son imprescindible para reinterpretar la autorrealización como posibilidad real.

Refiero aquí las categorías de Conciencia (Ser en sí), Autoconciencia (Ser para sí) y Alienación. (Continuará).

 

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