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Chasqueo la lengua y relamo mis bigotes al leer y disfrutar visualmente el libro sobre el pintor Balthus -editado por Skira- que me regaló mi amigo y maestro Hernán Lara Zavala.

Fueron dos hermanos: Pierre Klossowski, el escritor y Balthazar, su hermano, el pintor. Picasso compró uno de sus cuadros y lo colgó en su estudio. ¿Habría mejor homenaje?

En otro libro estupendo, Tres hermanas, una de sus modelos señala: "Balthus era un personaje fuera de lo común, alimentado de literatura universal y juegos infantiles. De belleza felina y refinamiento extremo, tenía en los ojos un poder magnético que me hipnotizaba. Más certero que el objetivo de una cámara fotográfica, con los párpados entrecerrados, aislaba a su futuro modelo, o a su presa".

Juan García Ponce le dedicó un libro: Una lectura pseudognóstica de la pintura de Balthus y numerosos ensayos. En "El sueño y el crimen" afirma: "Balthus hace que sus personajes se protejan en otros dibujos perdiéndose en la lectura. Debido a la inocencia misma de sus protagonistas, sus dibujos son perversos. Y la intención de Balthus es señalar en esa perversidad la presencia del arte".

¿Lo conocen? A paladearlo. ¿No lo conocen? Busquen sus cuadros. Se encontrarán con uno de los pintores más fascinantes y perturbadores del siglo XX. En otro de estos ensayos comenté sus Memorias. Balthus fue un místico del arte, un artista excepcional.