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Cyrano de Bergerac, grabado de Zacharie Heince, de 1653 - Foto: Foto: Especial

El ensayo de hoy: Cyrano

Habla de los libertinos como eslabón perdido entre el Renacimiento y la Ilustración; además, es uno de los pioneros de la ciencia ficción

Por: José Antonio Lugo, Visitas: 1366

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Cyrano de Bergerac, la obra de teatro de Edmond Rostand, estrenada en 1897, fue protagonizada en el cine, en los años 50, por Mel Ferrer, y en los 90 por Gérard Depardieu. Estas películas acercaron a millones de espectadores a este personaje, libertino del siglo XVII. Recordemos que los libertinos fueron el eslabón perdido entre el Renacimiento y la Ilustración.

En la obra los espectadores somos testigos de cómo Cyrano enamora a Roxana siendo el "ghostwriter" de Christian. Al final, cuando ella le pide que relea la carta de Christian, él la sigue "leyendo" a pesar de que la noche ha caído. Ella se da cuenta de que el hombre al que ha amado es Cyrano.

Poca gente sabe que Cyrano de Bergerac, amigo de Molière, es uno de los pioneros de la ficción científica, con su Historia cómica de la Luna y su Historia cómica del Sol. En la primera, el personaje afirma: "La luna es un mundo como éste, al cual el nuestro le sirve de luna". Bergerac retoma los descubrimientos de Galileo, Copérnico y Kepler.

En 1902, Georges Méliès filmó Viaje a la Luna, donde todos recordamos a la nave espacial -parecida a un cono de helado de Tlaquepaque- al estrellarse contra el ojo de la pobre Luna. Un escritor libertino, de enorme nariz, irrespetuoso, panfletario, genial: Cyrano de Bergerac.

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