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Milena Busquets es una mujer inteligente, compasiva, alegre, divertida. En su libro Hombres elegantes (Anagrama), lo que más me gustó, en esos textos que son una suerte de Diario y de reflexiones cotidianas, fue su visión generosa de la vida, basada en valores que, me temo, hemos ido perdiendo en todos lados.

En el artículo que da nombre al libro, escribe: “Un hombre elegante lee. Un hombre elegante suele ser inteligente, la tontería no es nada chic. Un hombre elegante ha leído a los novelistas rusos. Un hombre elegante no habla –más- de nacionalismo. A un hombre elegante le gustan los niños. Un hombre elegante tiene amigas. Un hombre elegante gasta más en libros que en ropa”.

Al leerla, pienso en Marcel Proust, en una exquisitez que es sinónimo de cultura, de cómo aprender a ser mujeres y hombres de bien.

Hago mi lista:

La elegancia es dar dinero a un pobre sin que se viva como una obligación, ni como un acto de superioridad moral.

La elegancia es invitar a una mujer a comer o a cenar.

La elegancia es leer a todas horas, en cualquier parte. Leer hasta dormido.

La elegancia es ser uno mismo, sin afectaciones, sin querer ser lo que los demás quieren que seamos.

La elegancia es tener amigos –y lectores como ustedes-. Dedicado a Andrés Albo Márquez.