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En la metaliteratura el ingrediente no es la realidad, sino la literatura misma.

Van ejemplos. Todos conocemos Lolita, de Vladimir Nabokov. En 1997, Pía Pera publicó Diario de Lo, donde la autora se adentra en el alma de la supuesta víctima del perverso profesor Humbert Humbert.

Ahora veamos el caso de Madame Bovary. La novelista italiana Laura Grimaldi escribió Monsieur Bovary, una reescritura gay de la novela, en donde Charles Bovary y el farmacéutico Justin conspiran para deshacerse de Emma, neurótica insoportable. Por su parte, Mademoiselle Bovary, de Maxime Benoît-Jannin, es la "continuación" de Madame Bovary. En ella, Berthe, la hija de Charles y Emma, ejecuta una venganza contra Rodolphe, amante de su madre y contra Lhereux, el depravado marchante.

El caso más interesante es Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, obra que defiende la apropiación de la naturaleza por el hombre en aras del progreso. En Viernes o los limbos del Pacífico, Michel Tournier cuenta la historia al revés: Robinson es un alienado y Viernes el ser humano originario, conectado con su entorno, que lo enseña a alejarse de su locura. Otra novela sobre el mismo tema es Foe de J.M. Coetzee, que cuenta la llegada de Robinson a Londres, donde se encuentra perdido, como lo estaba Derzu Uzala en el patio del capitán, en la película del mismo nombre de Akira Kurosawa.