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Milán Kundera, el gran escritor checo -de quien hablaremos pronto, porque apenas hace unos días fue su cumpleaños-, en su discurso al recibir el Premio Jerusalén recordó a los "agelastas", a aquellos que no saben reír y los definió como seres peligrosos. Efectivamente, dictadores y predicadores se toman tan en serio su "misión", que con la mano en la cintura pueden hacer añicos a quienes están en contra. Tomarse demasiado en serio es patológico, es mejor reírnos un poco de nosotros mismos -un poco, dije, ¿eh? tampoco exageren- y, si se puede, hacer reír a los demás.

Todo esto viene a cuento porque tengo en mis manos un libro extraño: Don't shoot, it's only me, escrito por Bob Hope y publicado en 1990.

Recordemos que este comediante -nacido en Inglaterra pero desde niño en USA- se convirtió en un extraño personaje, al que los gobiernos de Estados Unidos enviaban a hacer reír a las tropas, junto a mujeres como Raquel Welch o las nenas de Playboy, para que los pobres soldados echaran "taco de ojo". Hoy parece grotesco, pero así fue.

Este comediante fue amigo de los presidentes de Estados Unidos, desde Franklin Delano Roosevelt hasta George Bush padre. Y, en tiempos de paz, era lo que hoy llamaríamos un "standupero". Sofía Niño de Rivera, sobrina de mi querida amiga Gloria Niño de Rivera, es hoy una de las mejores. (Hola Gloria, te saludo hasta Lisboa, síguete cuidando).

Regresando a Hope, no sólo fue amigo de los presidentes, sino que veo fotos de él en este libro con los hermanos Marx, con Doris Day, con la Reina de Inglaterra, con Ingrid Bergman y los grandes del cine: Jack Warner uno de los Warner Bros. y Sam Goldwyn, el de la Metro Goldwyn Mayer...

Sin duda la pasó bomba. Extraño y menor personaje. Lo que quiero destacar es que detrás de él había todo un equipo de escritores de chistes -como lo hay seguramente con Derbez, los Mascabrothers, etc-, destinados a crear las bufonadas que él escenificaría.

Al final del libro, Hope cuenta que un amigo le preguntó por qué no se retiraba y se dedicaba a pescar. Le respondió: "porque los peces no aplauden".     

Ahora que nos informan que la cuarentena será cincuentena o sesentena o setentena, en lugar de dejarnos vencer por la melancolía, ¡Ríamos! En Youtube tenemos a Chaplin y a Harold Lloyd, al Gordo y el Flaco y en nuestro cine mexicano tenemos grandes filmes para morirnos de la risa. Sobre todo, porque nunca pretendieron hacerlo; querían ser cine "serio", como las películas de Juan Orol, que hoy son francamente muy chistosas. (A mi entrañable amigo y maestro de Tai Chi, Martín Hernández Ponzanelli, hijo del gran escritor Efrén Hernández, quien me prestó este libro de Hope que encontró en una librería de viejo).

Sigámonos cuidando y si se puede, véanse en el espejo. Si son sinceros -de verdad sinceros- deberían de reírse. Hasta mañana, si la libro, jaja.