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Para leer en cuarentena: XXXVII de XL. Los ojos de las mujeres

Durante cuarenta días compartiré con mis amigos textos y reflexiones, no solamente literarios. Lo haré con la convicción de que la literatura y el debate inteligente son antídotos contra el tedio, la ansiedad y el catastrofismo

Por: José Antonio Lugo, Visitas: 770

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Eusebio Ruvalcaba fue un escritor de muchos matices. Logró una empatía con las preocupaciones y miedos de un adolescente que quedó plasmada en su novela Un hilito de sangre, llevada al cine. Era un admirador de la belleza de la mujer a niveles casi políticamente incorrectos con los parámetros de hoy; coordinaba talleres literarios por donde pasaron muchos jóvenes escritores; era un profundo melómano y escribía sobre música con un amor inconmensurable y un refinado oído; era un buen bebedor y conocía todas las cantinas de México; conocía su talento y sin embargo se expresaba en sus textos disminuyendo su valía; era un gran y generoso amigo.

Hace cuatro años, cuando iniciaba mi editorial, El tapiz del unicornio, le pedí que me diera un libro para publicarlo. Sin pensarlo, me mandó el manuscrito de Los ojos de las mujeres: aforismos desde el umbral. Lo invité a comer a Montejo para darle las gracias. Nos despedimos diciéndonos que nos queríamos y prometiéndonos que deberíamos vernos más seguido. Un par de meses después una caída desembocó en un derrame cerebral y para tristeza de sus muchos amigos, nos dejó.

Gracias al apoyo de Coral Rendón, finalmente el libro salió publicado el año pasado. En su cumpleaños, hace apenas unos meses, presentamos el libro en la Fonoteca Nacional, con la presencia de su amigo -y mío también- el escritor Vicente Quirarte, miembro de El Colegio Nacional.

Ese día terminó su participación del siguiente modo: "No esperaba que esto pudiera doler tanto, aunque una parte de la razón nos convenza de que la de Eusebio es una presencia ausente, una ausencia presente. El día de su funeral hice bolita el poema de Hernández, en homenaje involuntario a mi amigo y su respuesta a la interminable grosería del mundo. Ahora sí, y para terminar estas palabras que ya van siendo muchas, mi hermano, las remato con el terceto del bardo de Orihuela: "No perdono a la muerte enamorada. / No perdono a la vida desatenta. / No perdono a la tierra ni a la nada".

Para terminar, uno de los aforismos de Eusebio: "Cuando escuches música déjate llevar de la mano. Atravesarás bosques y corrientes acuáticas. Caminarás planicies y remontarás cordilleras. Sentirás el sol y la noche. Distinguirás en el cielo amasijos de estrellas, aun de día. Advertirás una nube de colores desconocidos para ti, al filo del horizonte. Déjate llevar, estás en buenas manos. Oirás platicar al viento. Mientras Dios guarda silencio".

Los ojos de las mujeres: aforismos desde el umbral, de Eusebio Ruvalcaba, está disponible en Amazon. ¡Sigámonos cuidando, leyendo y escuchando música! (A Coral Rendón y a Vicente Quirarte).

 

 

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