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Para leer en ochentena: José Saramago

Durante noventa días compartiré con mis amigos textos y reflexiones, no solamente literarios. Lo haré con la convicción de que la literatura y el debate inteligente son antídotos contra el tedio, la ansiedad y el catastrofismo

Por: José Antonio Lugo, Visitas: 852

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Se acaban de cumplir 10 años de la desaparición física de José Saramago, el primer escritor en lengua portuguesa en ganar el Premio Nobel de LIteratura.

Es autor de varias novelas formidables. El año de la muerte de Ricardo Reis es un homenaje a Fernando Pessoa y sus heterónimos. En la novela, Fernando Pessoa muere y los heterónimos -que creen que son humanos y que pueden sobrevivir sin la presencia de su creador- siguen durante un año su vida, especialmente Ricardo Reis.

En Memorial del convento los lectores somos testigos de la construcción del convento de Mafra. En ese tiempo, el padre Bartolomé Lourenço, acompañado de la vidente Blimunda y de su esposo Baltazar Sete-Sóis fabrican una passarola, una máquina que vuela con las voluntades que el ámbar captura. La novela comienza y termina con un auto de fe, es decir, con la quema de los herejes.

En Historia del cerco de Lisboa el corrector de estilo decide escribir la palabra NO. Al hacerlo, rompe con su trabajo como corrector de estilo y al hacerlo destruye su vida para abrir el camino a otras posibilidades.

En Ensayo sobre la ceguera, una pandemia deja invidentes a todos menos a una mujer, que es testigo del horror y del canibalismo entre los seres humanos.

Sin duda, grandes novelas que van a permanecer en el tiempo.

Sin embargo, como escribí en un ensayo al momento de su muerte, al final el predicador Saramago le ganó al novelista. Comunista convencido, acabó convirtiendo a sus últimas obras en "novelas de tesis", es decir, en obras que subordinan la trama y el tratamiento de los personajes a una idea política, como en La caverna, que refleja su crítica al consumismo y a los centros comerciales. Más allá de si su crítica es buena o no, las novelas no pueden subordinarse a posiciones ideológicas, porque se vuelven malas novelas. Como decía Jorge Luis Borges, citado por Adolfo Bioy Casares en el monumental libro Borges: "Si quieres dar un mensaje no escribas una novela, manda un telegrama".

Lo he leído a fondo, e hice mi tesis de maestría en literatura comparada sobre él y Marguerite Yourcenar. En Reflexoes de Saramago, Evan do Carmo menciona las últimas palabras que escribió Saramago: "El aire está enrarecido y siento que no voy a pasar de esta noche, mi garganta se está cerrando, siento un escalofrío de pies a cabeza. mi mente permanece en plena lucidez, pero siento una opresión en el pecho, ¿será la muerte? Pilar, Pilar..." (Pilar del Río, su mujer).

¡A seguirnos cuidando! (A Carmen Madrid).

 

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