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Para leer en setentena: Soledad o confinamiento

Durante ochenta días compartiré con mis amigos textos y reflexiones, no solamente literarios. Lo haré con la convicción de que la literatura y el debate inteligente son antídotos contra el tedio, la ansiedad y el catastrofismo

Por: José Antonio Lugo, Visitas: 800

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Michelle Perrot escribió el libro Historie des chambres, ed. Seuil (Historia de las recámaras). Tuve la suerte de escucharla en el programa La grande librairie (La grande librería) que se transmite todos los martes en el canal francés (TV5).

En una emisión de hace algunas semanas, dijo dos cosas relevantes. En primer término, estableció la diferencia entre soledad y confinamiento. La soledad es una elección personal, mientras que el confinamiento es una soledad impuesta, que, por serlo, es una cárcel. Están en confinamiento los delincuentes y los enfermos mentales (en el CERESO o en el centro de salud mental). No están aislados porque quieren, sino porque les ha sido impuesto ese aislamiento. En ese sentido, estamos en la cárcel. Claro, muchos que no quieren sentirse así, mejor salen. 1000 muertos ayer. No es necesario comentar algo.

Por otro lado, Michelle Perrot se pregunta: los niños de hoy, que no pueden salir a jugar al parque, ir al cine con sus amigos, jugar futbol, mañana -algunos de ellos- serán escritores, ¿cómo hablarán en sus libros de sociología o en sus novelas de esta etapa? Me parece una gran pregunta que me lleva a reflexionar junto con ustedes cómo cada franja generacional está viviendo la pandemia del COVID-19.

Quienes tienen más de 65 años, creo que la pandemia los pone, a todos, frente a una mayor conciencia de la muerte. Quizá nuestros padres o abuelos esperaban vivir cinco, diez años más... Hoy, saben que un descuido y no tendrán la fortaleza para salir adelante si se contagian (claro, siempre hay excepciones).

Los que estamos entre 50 y 65, sabemos que estamos ante una suerte de volado. Si nos contagiamos, podemos salir adelante (o no). A este grupo le agregamos los que padecen condiciones vulnerables (obesidad, hipertensión, diabetes, tengan o no esta edad). Ahora bien, muchos de nosotros tenemos hijos adultos. Ya no nos preocupan tanto. Muchos, por segundas nupcias, tienen hijos pequeños. ¡Qué miedo dejar de estar, por ellos!

Los que tienen entre 35 y 50, la mayoría tienen hijos pequeños. Saben que es difícil que pierdan la vida si se contagian, pero saben también que algunas personas de su edad no resistieron el virus. Se preguntarán qué pasaría con su mujer y sus hijos si faltan. (Habría que agregar aquí a los solteros y a quienes tienen otras preferencias de género).

Los que tienen entre 20 y 35 quizá están más preocupados por sus padres que por ellos mismos. Pero se cuidan (bueno, la mayoría). Es una generación consciente de la prevención sexual y en ese sentido sumaron con facilidad estas nuevas normas de protección (quiero pensar).

Los niños y jóvenes menores de 20 años ¿cómo lo viven? Los niños quizá no entienden, pero padecen la reclusión y quizá sienten la angustia de sus padres. Para los adolescentes y jóvenes, en la edad de la aventura, no debe ser fácil vivir el confinamiento obligado.

Son sólo apuntes, ustedes seguramente los mejorarán o me rebatirán. Lo que me parece interesante resaltar en el ensayo de hoy es que no todas las edades viven igual la pandemia y, dos, que debemos aceptar que no es lo mismo soledad que confinamiento obligado, que casi es una cárcel. ¡A seguirnos cuidando, que ayer estuvo peor que nunca!

 

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