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Al igual que en entregas anteriores, inicio ésta, platicando a mis lectores la manera en la que este libro se cruzó en mi camino.

Por ahí del mes de mayo de este 2019 me fui a vagar unos días a la Ciudad de Jalapa, previamente había yo dejado a Ignacio mi hijo en Huatusco en un taller sobre selección de semillas o algo así, con el compromiso de que al término del mismo 4 días después, regresaría por él.

En mi muro de Facebook compartí la información de que andaba yo vagando en Jalapa y sus alrededores, el día que debía yo ir por Ignacio, recibí el mensaje de Roberto Peredo, autor del libro del que estamos platicando, que le gustaría verme para obsequiarme su libro. Nos comunicamos telefónicamente y pues yo le hice saber que en breve tenía yo que agarrar camino rumbo a Huatusco. Me solicito lo aguardará yo unos minutos en el hotel en el que me encontraba y se lanzó a buscarme.

A Roberto Peredo lo tengo ubicado en uno de esos rincones del cerebro en el que se archivan recuerdos de nuestra vida. Me explico y verbalizo el recuerdo tal y como soy capaz de recrearlo 49 o 50 años después, es decir que estoy hablando de los años 69 o 70 del siglo pasado.

En esa época estudiábamos nuestras respectivas licenciaturas en la Universidad Iberoamericana; Roberto, la que en ese entonces se llamaba Ciencias y Técnicas de la Información y yo Sociología. Era de noche, veníamos de la Ciudad de Puebla con otro compañero que nos dio aventón después de haber pasado el fin de semana en esa ciudad, cada quien en sus cosas ciertamente, yo visitando a mi tía y supongo que ellos haciendo lo propio con sus familiares y amigos. No puedo recordar si venia alguien más en el automóvil, pero lo más probable es que sí. Creo recordar que el automóvil era un datsun de color rojo. La entrada al entonces DF, viniendo de la ciudad de Puebla por la autopista en muy poco se asemejaba a la actual. En esos tiempos la mancha urbana que hoy une a la Ciudad de México con el Valle de Chalco era inexistente. Lo que sí, en esa época ya sobre Calzada Ermita – Iztapalapa uno identificaba la hoy ex Cárcel de Mujeres de Santa Martha Acatitla, misma que funciono como tal de 1952 a 1982 y fue recuperada primero como preparatoria y luego como Centro Cultural en el año 1999. Pues bien, circulábamos por ahí cuando alguien intempestivamente cruzo la vialidad, el amigo que conducía quiso evitar el impacto, no lo logró y no solo eso perdió el control y el vehículo se volcó.

Nuestro amigo el conductor fue remitido al ministerio público, nadie de los que veníamos en el coche teníamos alguna lastimadura de cuidado y nos hicimos presentes también ahí. Ese recuerdo de Roberto es el que tengo archivado en la mente y me queda claro que Roberto también lo tiene ya que al encontrarnos en el mes de mayo pasado en Jalapa funciono como nuestro código de identificación.

Roberto me entrego su libro dedicado: Para Carlos Garza Falla, lector ávido. Con el afecto de Roberto. Mayo 2019. Agradecí el obsequio y me comprometí a darle lectura cosa que he hecho y de la cual quiero platicar un poco a continuación.

“El umbral. María Teresa de Medina, la dama insurgente” es una novela histórica de la autoría de Roberto Peredo publicada por la Editorial de la Universidad Veracruzana (UV), que obtuvo el Premio “Antonio García Cubas” 2016, convocado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la categoría de “Novela histórica”.

La edición que yo leí consta de 414 páginas y el autor las organizo en cinco grandes momentos.  precedidos por una advertencia al lector. Los momentos en cuestión son: I) Azoro (1773-1804); II) Postergación (1804-1808); III) Conspiración (1808-1812); IV) Destierro (1813-1821); y, V) Templanza (1821-1829).

En la advertencia al lector el autor, Roberto Peredo nos ofrece tres pinceladas sobre sus protagonistas y expresa una convicción. La primera pincelada es sobre María Teresa de Medina y Miranda a la que califica como una mujer singular, culta, de carácter decidido, con habilidades para la administración y “un cierto ascendiente sobre sus contemporáneos.”

La segunda pincelada la refiere a la relación de María Teresa Medina y Miranda con el jefe insurgente Mariano Rincón de donde desprende que era una mujer de principios y fidelidad, tanto “por sus principios como hacia las personas”

La tercera pincelada la refiere a su relación afectiva con Manuel de la Sota Rivera la cual se sostuvo desde que se conocieron en 1791 hasta el final de sus días ya que dice el autor es la que la pinta mejor.

En cuanto a la convicción que el autor expresa la transcribo textual; “Debo aumentar que creo en la literatura como fuente de conocimiento, tanto al menos como –pienso– lo son la ciencia y la filosofía. Confío, pues, en que si al recorrer el camino de María Teresa y Manuel, durante los perturbadores años de las guerras de Independencia, me he equivocado en lo particular y concreto, habré en cambio podido entrever alguna verdad que nos compete a todos los seres humanos, en cualquier época, bajo cualquier circunstancia. En todo caso, espero corresponder con este texto, en la medida de mis posibilidades, a la lección de humildad y generosidad que la memoria histórica debiera inyectar en nosotros, siempre”.

Ya en el inmenso mar de tinta y papel en el que Roberto nos invita a navegar son innumerables los aciertos que van haciendo entrañable esta novela, menciono tres: La maestría con la que Roberto nos introduce en el contexto en el que viven María y Manuel sus vidas; la meticulosidad con la que nos permite conocer la comunicación que sostienen María y Manuel a lo largo de sus vidas; y, la manera tan sensible con la que nos presenta el vivir a los protagonistas de Umbral en particular por supuesto a de María Teresa Medina y Miranda.

“El umbral. María Teresa de Medina, la dama insurgente” es una novela que no se pueden perder y de la que me gustaría siguiéramos platicando una vez que la hayan leído.

Twitt: cgf59

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