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Milada Horáková, en la teatralización de su proceso en 1950 - Foto: Foto: Especial

Archipiélago de libertad: Milada Horáková, la libertad frente al Holocausto

Desde Lima, Perú, el autor, académico, editor y promotor cultural, inicia sus colaboraciones en Masiosare hablando de esta mujer rebelde que se opuso a la ocupación nazi en Checoslovaquia

Por: Juan Jesús Güere, Visitas: 1011

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Recientemente leí —en alguna carta de Milada— que, «una carta es como un rayo de luz de una estrella distante. Su luz nos llega y nos ilumina. Nos muestra el camino en la oscuridad. A pesar de que su fuente a menudo haya desaparecido y ya no exista más». Este rayo de luz que emana libertad, democracia y resistencia ante el poder, se llama: Milada Horáková. Política, abogada, feminista, pero sobre todo sobreviviente al Holocausto Nazi y a la Dictadura Comunista en Checoslovaquia. Ejecutada hace 71 años por defender la democracia, la libertad y los derechos humanos.

 

A. Sobre Milada

 

Sin duda alguna, hallar a mujeres distópicas e hidalgas, es como descubrir la fuente de aquellas estrellas distantes que nos iluminan. Milada, nació en Praga – República Checa como Milada Králová —el 25 de diciembre de 1901—. Rebelde e impetuosa desde adolescente. Lectora e interdependiente al cursar sus estudios universitarios en la Universidad Carolina. Una de las pocas mujeres de su época que logró licenciarse en Derecho. Casada —más adelante— con Bohuslav Horák. Militante del Partido Socialista Nacional Checo, precursora del Consejo Nacional Femenino y defensora de la igualdad de las mujeres. Políglota que hablaba alemán, francés e inglés, pero que sobre todo, era partidaria de la Cruz Roja Checoslovaca. Pasó a la inmortalidad el 27 de junio de 1950, al ser ejecutada por la dictadura comunista de su país.

 

Fichaje de Milada Horáková, en 1949 (Foto: especial)

 

 

B. Sobreviviendo al Holocausto Nazi

 

La formación humanista de Milada Horáková, la llevó a ser parte de «Věrni Zůstaneme» o «Nos mantendremos fieles». Asociación multicultural que trabajó incansablemente contra la ocupación del Nacionalsocialismo de Adolf Hitler, de manera silenciona y clandestina. Ayudando a los judios disidentes y perseguidos desde 1939, con la finalidad de que encuentren libertad, escapando de las atrocidades del nazismo. Años más tarde, en 1942 Milada y Bohuslav —su esposo— y otras personas de la asociación, fueron detenidos y trasladados a la prisión de Pankrác.

Fue brutalmente interrogada por la Gestapo —policía secreta oficial de la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial—. Encarcelada en diversas prisiones y, a la muerte de Reinhard Heydrich —director de la Gestapo— fue llevada al Campo de Concentración —o exterminio— de Terezín. El espíritu de justicia y el amor por la humanidad, la ayudaron a resistir largos minutos, horas, días y años ante la gigantesca maquinaria nazi. Sin embargo, halló la libertad tras la llegada de las tropas estadounidenses y la liberación de Terezín en 1945. Volvió a reencontrarse con su esposo, hija y hermana. Regresó con más ahínco a la escena política y logró un espacio en el parlamento de su país. La paz, el amor y la libertad susurraban su camino. Pero no fue hasta 1948 que volvería a ser presa del totalitarismo y la dictadura —ya acostumbrada— del comunismo.

 

C. Crítica a la razón roja

 

Se le puede acusar al nazismo de una infinidad de crímenes, pero no de hipocresía —afirmaba el sociólogo Zygmunt Bauman—. «Desde el primer momento, los nazis dijeron claramente lo que pretendían hacer. Querían dominar todos los países y asegurar la supremacía del III Reich. Aniquilar a los judíos y lo hicieron. Mientras que el comunismo es una fortaleza de la hipocresía. El mensaje teórico se basa en los lemas de la Ilustración: Liberté, Égalité, Fraternité, pero la práctica es muy diferente. La gente vive mintiendo». ¡Cuánta razón tenía Bauman!

Y es que, en 1948 se produciría el «Golpe de Praga» o el «Febrero Victorioso». Hecho que marcaría un antes y un después en la historia del acceso al poder del Partido Comunista en el gobierno de Checoslovaquia. Donde Edvard Beneš —ante las presiones de la Unión Soviética— entregó el poder a Gottwald y Slánský. Milada, rebelde ante una posible dictadura roja, renunció a su representación en el Parlamento, mostrando así una actitud de protesta y resistencia.

Más adelante, la disruptiva Milada, fue incomodando y criticando a los líderes de la Checoslovaquia Comunista, al punto de ser una piedra en el camino de quienes practicaban un totalitarismo a ultranza. Reestablecer la libertad y la democracia en el seno de la población, la llevaron —en septiembre de 1947— a ser detenida y acusada de espionaje a favor de Occidente y en detrimento del régimen. Sufrió de encierro y constante tortura. Sometida a un juicio —como de aquellos que el comunismo nos tiene acostumbrados— controlado, dirigido y teatralizado por guardianes soviéticos. Culminando —como era de esperase— en una condena a muerte. Era el 8 de mayo de 1950.

 

D. Ejecución e inmortalización

 

El profesor Albert Einstein, Eleanor Roosevelt, Winston Churchill y hasta el filósofo Jean Paul Sartre, trataron de doblegar el inhumanismo del presidente comunista de aquel entonces pidiendo clemencia por Milada. Sin embargo, la intolerancia y la embriaguez de poder por parte del presidente rojo, hicieron que no de su brazo a torcer. Enviando así —a la única mujer de doscientas víctimas— a ser ejecutada. Antes de morir ahorcada en el patio de la prisión de Pankrác el 27 de junio de 1950, Milada pudo sentir la visita de su hermana y el abrazo de su hija, a quien le escribió lo siguiente:

«Váyanse a los prados y a los bosques, allí, en el perfume de las flores encontrarán un trozo de mí, váyanse a los campos, miren lo hermoso y estaremos juntos. Miren a la gente que les rodea y en cada una de las personas voy a reflejarme en algo. No soy insegura ni estoy desesperada. No disimulo, tengo tanta tranquilidad dentro de mí, ya que mi conciencia está tranquila».

Horáková escribiría también —tres horas antes de su ejecución—: «Presento una carta destinada a mi familia y pido que sea entregada después de la censura previa». Sin embargo, estas letras fueron entregadas cuarenta años más tarde a su destinatario. Después de su ejecución, sus restos no fueron entregados a la familia. Fue incinerada y sus cenizas dieron forma a las páginas de su libertad —cual tintero de inmortalidad—.

 

E. Ergo

 

La caída del Muro de Berlín —9 de noviembre de 1989— rompería el Acero del Gobierno Comunista y contribuyó con la visibilización de los genocidios en nombre de la «revolución». Además, se conocerían las atrocidades y los procesos políticos dramatizados por la Unión Soviética. La persecución, la tortura y el asesinato de disidentes, críticos y denunciantes del régimen comunista. Con guión en mano —al fiel estilo de Lenin o de Stalin— obligaron a seres humanos a declararse culpables de haber colaborado contra la caída del «Cielo soviético construido en la Tierra». Más adelante; Fidel, Chávez, Kim Jong-un y demás replicarán los métodos Checoslovacos para hacerse del poder y exterminar a los que luchan por la libertad.

Los pájaros se están despertando ya. Empieza a amanecer —escribía Milada aquel martes 27 de junio antes de su muerte—. Voy con la cabeza erguida —continuaba—. Hay que saber perder. No es una vergüenza. Incluso el enemigo no pierde el honor al ser veraz y honrado. En la lucha se cae, pero la vida no es otra cosa que una lucha.

 

La tumba de Milada Horáková (Foto: Especial)

 

 

En memoria de quienes al igual que Aleksandr Solzhenitsyn y Milada Horáková, sufrieron y padecen aún del totalitarismo más peligroso de la historia de la humanidad: el comunismo. Y para quienes aplauden —con las mismas manos que ciegan sus ojos— a los regímenes dictatoriales en todo el Planeta Tierra. Se dice  —hasta el cansancio— que el motor de la historia es la lucha de clases. Yo les digo: el motor de nuestra próxima historia será la conciliación de la especie humana.

jgueporras@gmail.com

 

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