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Escenas de los efectos del sismo ocurrido esta mañana en las costas de Oaxaca - Foto: Foto: Especial

El sismo que nos recordó otro sismo

Declaran saldo blanco; reportan un muerto en Huatulco; 7.5 grados reporta el Sismológico Nacional; a los gobiernos no les preocupa la población, sino las elecciones; y el 2020 apenas llegará a la mitad la próxima semana

Por: Jaime Luis Brito, Visitas: 1109

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El sismo ocurrido esta mañana con epicentro en las costas de Oaxaca, pero que se sintió en parte del sureste y centro de México, despertó los viejos fantasmas que rondan la cabeza de las y los morelenses desde el 19 de septiembre de 2017.

Fue un sismo corto pero con una intensidad (7.5 grados, según el Sismológico Nacional) que devolvió a la población a aquellos minutos aciagos del medio día del 19 de septiembre, otro 19 de septiembre, justo cuando se cumplían 32 años de los terremotos de 1985. No todo mundo lo sintió, pero el movimiento telúrico sí activó la alarma sísmica de la Ciudad de México y la ansiedad provocada por más de 100 días de encierro se multiplicó.

Nuevamente las bromas en las redes sociales fueron el escape. La repartición de imágenes de bolillos a través de los grupos de WhatsApp, permitieron que la angustia colectiva saliera como risa nerviosa o de plano, como carcajada. “¿Qué más falta en este 2020 que todavía no llega ni al 50 por ciento?”, se preguntaron.

Por fortuna, en Morelos se reporta “saldo blando”, que en el argot político-policiaco-administrativo significa que no pasó a mayores. Las imágenes de los pueblos de la costa oaxaqueña, otra vez golpeados por los sismos, otra vez con el terror de ver cercana la muerte, otra vez con carreteras bloqueadas y fachadas destruidas, comenzaron a poblar las redes.

En el sur del país todavía hay pueblos que no se han repuesto de lo ocurrido hace casi dos años y la pobreza y la tragedia ya les traen más dolor. En el centro, en la capital del país, ciudadanos y ciudadanas respiran aliviados pues “no pasó nada”, porque un sismo no causa dolor y sufrimiento si no hay escenas dantescas en la Ciudad de México. En otros lados, parecen no importar.

En Morelos, por ejemplo, durante el primer año de ejercicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador no se hizo una sola acción de vivienda para las familias damnificadas por el sismo de 2017. El argumento de la Secretaría de Hacienda, que el ayuntamiento tenía un crédito fiscal de 10 millones de pesos. Los autores de ese crédito fiscal, los gobiernos anteriores. Resultado: la población se jode.

Casi dos años después, la reconstrucción se ha logrado por esfuerzo de la población, la colaboración de la sociedad civil y uno que otro gobernante local inteligente. Porque ni el gobierno de Enrique Peña Nieto ni el del cambio verdadero y de la cuarta transformación han aportado nada. Estos últimos, con el argumento de la sacrosanta austeridad, que aplica, pero más para unos que para otros.

En tanto, en su torre de marfil, Andrés Manuel López Obrador predica el cambio que sólo ha ocurrido en su cabeza “de algodón”, como cariñosamente lo llaman algunos de sus feligreses y otros con desdén, lo fustigan por “afectar sus intereses”. Lo cierto es que su pensamiento inflexible, de lo que ha dado muestras fehacientes y su filiación al cristianismo más conservador disfrazado de “liberador”, le permiten tan solo llamar a la calma.

Total, a él lo que ahora le importa es el terremoto que podría causarle en julio del año próximo, no su incapacidad para escuchar, su ineficiencia en la construcción de políticas públicas, los corruptos (algunos, no todos) que le acompañan en el poder. A él, le preocupan “los conservadores” que quieren quitarle la mayoría en el Congreso y 15 gubernaturas.

Parece que el 2020 llegó para quedarse, al menos en la memoria global y apenas llegará en una semana a la mitad. Pero bueno, al menos este sismo, el de esta mañana, parece que no ha sido tan devastador. Al escribir este texto se hablaba de una persona muerta en Huatulco, Oaxaca. En Morelos se había declarado que no pasa nada y efectivamente, hay sismos con apellido Blanco, Sanz, Ojeda o Bravo, que están dejando desastres más importantes y efectos más profundos en Morelos, y a esos, la Cuarta Transformación les aplica aquella máxima que le atribuyen a Juárez: "A los amigos, justicia y gracia; a los enemigos, la ley a secas".

 

 

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