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La disputa por la agenda: balance del 8 al 14 de enero

De lo que se trata hoy, como hace 40 años, es de una disputa por la nación; los dos proyectos en pugna en 1980 eran el nacionalista y el neoliberal, pero hoy, la disputa respecto de la acumulación de poder que quiere AMLO

Por: Carlos Garza Falla, Visitas: 1059

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Como hace 40 años plantearon Carlos Tello y Rolando Cordera en un libro, en otro contexto y con otros protagonistas, lo que hoy vivimos es una disputa por la nación. Ni más ni menos.

Enrique Quintana

 

Para quienes nos tocó conocer en su primera aparición el libro de Tello y de Cordera al que se refiere Enrique Quintana, fue un halo de luz que nos ayudó a mejor comprender el momento socio económico-político que se vivía en el país.

La represión del 68, el 10 de junio del 71, la “guerra sucia” del Estado Mexicano en contra de expresiones guerrilleras y en general de sus enemigos políticos, el accidentado final del sexenio de Luis Echeverría y el sexenio de la frivolidad y el despilfarro de José López Portillo, eran vivencias próximas para aquella generación.

En la lectura que de aquel momento hicieron Tello y Cordera la disputa por la nación se daba entre dos proyectos: el que llamaron proyecto nacionalista que engarzaban con lo que fue el gobierno de Lázaro Cárdenas y el que denominaron proyecto neoliberal que pretendía hacerse cargo de lo que en su momento se llamó el proceso de globalización.

Continuidad o cambio, era la fórmula que se empleaba.

En aquella coyuntura los actores políticos que se alinearon alrededor del proyecto neoliberal – el cambio- se fueron quedando con las canicas, al principio unas pocas y con muchas dificultades, sin embargo, poco a poco su costalito de canicas se fue engrosando ya que por las buenas o por las malas se las iban arrebatando a todos los que no se afiliaban acríticamente al proyecto neoliberal, hegemónico ya para entonces.

Una estampa de lo que sucedió con los actores del proyecto nacionalista es la que nos ofrece la conformación de la Corriente Democrática, su efímera existencia al interior del PRI y su ulterior expulsión de este y la conformación del Frente Democrático que llevaría a Cuauhtémoc Cárdenas como su candidato a la Presidencia de la Republica en la elección de 1988.

En esa elección Cuauhtémoc Cárdenas, contendió en contra de Rosario Ibarra de Piedra, Gumersindo Magaña, Manuel Clouthier y Carlos Salinas de Gortari, y ha pasado a la historia como la elección en la que se le cayó el sistema a Manuel Bartlett, sí, el mismo al que recientemente se le quemaron unos pastizales en Tamaulipas que provocaron, en su decir, un mega apagón. Después confesó que había mentido.

Si uno revisa la prensa próxima al 1 de diciembre de 1988, día en la que Carlos Salinas de Gortari tomó posesión como Presidente de la Republica, se detecta que llegó carente de legitimidad.

A vía de ejemplo reproduzco aquí dos párrafos de la nota publicada por El País el 30 de noviembre de 1988 firmada por Antonio Caño y que tiene por título: Carlos Salinas asume hoy la Presidencia de México: “Carlos Salinas de Gortari será investido hoy, a sus 40 años de edad, con la responsabilidad de llevar a cabo la perestroika en México, el proceso de transformación de este país de 80 millones de habitantes, fronterizo con Estados Unidos, líder de América Latina y amenazado ahora por la peor crisis del último medio siglo. El programa con el que Salinas de Gortari llega al poder se resume en dos misiones trascendentales: desmontar un régimen totalitario y obsoleto y construir un sistema democrático y moderno.

La misión de Salinas en la presidencia mexicana es doblemente difícil si se considera que habrá de ejecutarla en medio de fuerzas de oposición con fundamentadas opciones de poder y contra la voluntad de los sectores más fuertes de su propio partido: por primera vez llega a la presidencia mexicana un hombre que no tiene el consenso del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Las únicas armas de Salinas van a ser sus propias medidas de cambio”. La situación de Salinas era tan débil que nadie se atrevió a pronosticar si sería capaz de concluir sus seis años de mandato o si, por el contrario, los culminaría con honores históricos. (Las negritas son mías).

La pregunta que me parece pertinente formular es ¿Qué estrategia adoptó Salinas para superar su debilidad y su falta de legitimidad? Acumular poder, es la respuesta.

Lo mismo hizo seis años después Zedillo quien si bien llegó al poder en condiciones diversas a las de Salinas, la inestabilidad política del año 1994 y el famoso error de diciembre lo pusieron en una situación de debilidad que lo obligaron a desplegar una estrategia de acumulación de poder, la cual le permitió salir adelante con relativa estabilidad y gobernabilidad para al concluir su sexenio y ganarse un sitio en la historia política del país: el del actor político que facilitó la transición democrática. 

Fox llegó con legitimidad, con un Congreso adverso y alianzas políticas muy inestables, intentó acumular poder, pero no lo logró. Él se asumió como un actor político que ganó dos elecciones presidenciales la suya y la de Felipe Calderón, su sucesor; y pues del arribo de Felipe Calderón a la Presidencia de la Republica, AMLO se ha encargado de que no se le dé la vuelta a esa página de la historia reciente.

Calderón inició su mandato sin legitimidad y prendido con alfileres. ¿Qué estrategia adoptó para superar su debilidad y su falta de legitimidad? Intentar acumular poder declarándole la guerra al narcotráfico y pues así nos fue.

Enrique Peña Nieto inició las primeras acciones de su estrategia de acumulación de poder al convertirse en el candidato del grupo Atlacomulco a la Presidencia de la Republica, cubrió el noviciado de la gubernatura del Estado de México y de ahí saltó a la grande. Llegó fuerte, con legitimidad y con poder, lo que le permitió construir el “pacto por México”. Su propia frivolidad y la de la mayor parte de quienes lo acompañaron en su aventura hicieron que fuera perdiendo una a una las canicas de su costalito hasta quedarse no más mirando. La debacle del PRI en las elecciones del 2018 es la prueba contundente de ello.

Hoy en los primeros días de este 2021 la disputa por la agenda se ha centrado en mucho en que AMLO ha dado un paso al frente y ha gritado a voz en cuello, quiero acumular más poder, quiero todas las canicas para mí y para el proyecto histórico que encabezo.

En la acera de enfrente se han empezado a reunir los que, como consecuencia de su propia enajenación, dejaron ir por el desagüe sus canicas, o eufóricos en alguna celebración las aventaron al aire creyendo que podrían desplegarse como bellos fuegos artificiales en celebraciones patrias. Lo cual AMLO aprovechó y con dedicación de coleccionista se hizo de muchas canicas, y quiere más, quiere todas.

Sin duda el tema de los organismos autónomos en el contexto del debate por definir la agenda pública de estos días y más ampliamente en el de la actualización de la disputa por la nación es muy relevante y obliga a pulir argumentos y exposiciones sobre todo de aquellos que por convicción democrática están convencidos que dichos organismos autónomos son parte sustantiva del entramado institucional de una democracia moderna, de la democracia que México necesita.

Quienes alzan la voz para defender a estos organismos autónomos se equivocan, creo yo, cuando le dirigen su argumentación a López Obrador, pues suponen que el hoy Presidente de la Republica puede convertirse de la noche a la mañana en hombre de Estado y abandonar su rol de “merenguero” que, a base de volados, trampas, amenazas y extorciones acumula canicas.

“El mayor desafío para la defensa de los órganos autónomos -escribió Luis CarlosUgalde en El Financiero el pasado lunes 12- es explicar su relevancia para la gente de carne y hueso. He leído cartas de apoyo a dichos órganos y veo mayormente expresiones inentendibles, fraseos rimbombantes y razonamientos teóricos que poco dicen al público sobre la relevancia de su existencia. Lucen alejados de la gente, elitistas y sin conexión con la realidad. Si ese es el lenguaje para combatir el populismo anacrónico de López Obrador, la batalla está perdida”.

Y para mí es muy atendible lo dicho por Ugalde porque quien se debe negar a que se le den todas las canicas a un solo actor y se debe organizar para impedirlo, es la ciudadanía.

En otra lógica, pero también en el horizonte de en dónde radicar la estrategia de defensa de los organismos autónomos se ubica el artículo de Mario Patrón publicado en La Jornada el 14 de enero del 2021, Austeridad vs organismos autónomos, es su título y en el podemos encontrar dos ideas que me parecen claves.

“Las posiciones absolutistas fijadas por el jefe del Ejecutivo han generado opiniones encontradas y han acentuado el clima de polarización en el debate público, como ocurrió en temas como los fideicomisos públicos o la libertad de expresión. En casos como el que nos ocupa, el Presidente ha recurrido a afirmaciones sin matices que reducen la lectura de la realidad a una polaridad de blancos y negros, de buenos y malos, cuando en honor a la verdad se trata de temas complejos y con una historia de vicisitudes detrás de sí, que son cruciales para nuestra frágil democracia, para cuyo análisis se debería partir de diagnósticos profundos basados en información rigurosa, así como de una discusión pública que conduzca a tomar medidas diferenciadas con cada uno de ellos".

“Una elemental conclusión preliminar nos dice que la solución no radica en la eliminación a rajatabla de los organismos públicos, sino en actualizar la perspectiva que dio nacimiento a la figura de la autonomía para evaluar y juzgar cada caso, y adecuar los organismos autónomos a las necesidades y condiciones que se viven, a partir de un reconocimiento de la inmadurez e insuficiencia de nuestra democracia" (los subrayados son míos).

A demás de los artículos citados recomiendo se revisen cuatro más que cito a continuación:

Sus malentendidos con la transparencia. José Ramón Cossío Díaz.

Autonomías. Jorge Javier Romero.

Desaparición del INAI: no es la primera ni será la última. Mariana Campos.

López Obrador contra las instituciones. Jorge Zepeda Paterson

Hoy la disputa por la nación se hace evidente en el cuadrilátero en el que se enfrenta el que quiere para él y su proyecto todas las canicas y los que tenemos la firme convicción de que la concentración de canicas en la mano de un solo jugador es cancelar de una vez y para siempre el juego.

En otro orden de ideas y en la lógica de lo relevante en el debate por la agenda en el lapso que va del 8 al 14 de enero conviene prestarles atención a las ocho columnas del periódico Reforma del pasado martes 12 de enero: Rebasa Sedena gasto de 8 secretarias juntas y hay que leerla en la lógica de la excelente investigación periodística de Peniley Ramírez, Los Millonarios de la Guerra, a propósito de quienes se hicieron millonarios con el presupuesto que en su oportunidad tuvo bajo su responsabilidad Genaro García Luna. ¿Quiénes se están haciendo millonarios en este 2021 con el presupuesto puesto a disposición de la Sedena? Es la pregunta que debemos formularnos y pues el INAI nos debe ayudar a construir la respuesta.

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