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Julio Serrano Espinoza en su colaboración del ayer en Milenio dice una gran verdad que enuncia desde el título de su artículo: López Obrador quiere cambiar de tema, y que en cierto sentido es ya un lugar común entre quienes nos damos a la tarea de dar seguimiento a la agenda pública y la forma cómo esta se construye.

En varias de mis colaboraciones semanales, en las que intento hacer un balance de los principales aspectos que los actores políticos ponen en juego en la disputa por definir la agenda pública, he insistido que desde la cúpula del poder se despliega una estrategia de cortina de humo en relación con el archipiélago del dolor, que de un tiempo a la fecha caracteriza al presente mexicano.

La cifra de defunciones atribuidas a la covid-19, de acuerdo con el informe técnico diario de la Secretaría de Salud, ya ronda las 85 mil personas, cifra que como ya se ha convenido hay que multiplicar por 3.5 para una mejor aproximación al número de seres humanos que en estos últimos ocho meses han muerto.

Es decir, son cerca de 300 mil (85 mil x 3.5 = 297 mil 500) seres humanos los que ya no están con sus familiares a causa de la catástrofe sanitaria implícita en la pandemia del coronavirus, se trata de ausencias, de huecos, de vacíos que producen mucho dolor en el alma e impregnan de tristeza la vida cotidiana de los dolientes.

La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana en su reporte del día de ayer registra mil 134 homicidios dolosos en los 14 días que van del mes de octubre. A lo largo de este 2020 la tasa diaria de homicidios ha rondado los 80, y hay días como el pasado 11 de octubre en los que los homicidios dolosos llegan a 114.

La violencia criminal deja una estela de desolación y dolor profundo que marca con el hierro candente de la tristeza y el desamparado a quienes la sufren, a quienes la padecen y sin duda distorsiona de raíz su cotidianidad.

Por lo que se refiere al número de personas desaparecidas y no localizadas al día de ayer, consulta hecha a las 18:30 horas, la cifra es de 77 mil 387 personas.

Hablo de cortina de humo porque es evidente que desde la cúspide del poder hoy en México no se quiere que el dolor de los mexicanos, su procesamiento y su transformación en energía fraternal y solidaria esté en el centro de la agenda pública.

Tengo la firme convicción que la construcción de un humor social fraterno a la manera en la que el Papa Francisco lo propone en su reciente encíclica Fratelli Tutti; Hermanos Todos, pasa necesariamente por hacernos cargo socialmente del dolor y de la desesperanza.

Y hacernos cargos socialmente del dolor y la desesperanza no es mediante el extrapolamiento al límite del absurdo de las artes circenses, es mediante un caminar pausado, unos al lado del otros, haciéndonos cargo de lo que nuestra soberbia y egoísmo ha contribuido a la descomposición de nuestra vida en común y enmendando de raíz, radicalmente esas desviaciones conductuales.

Nuestra vida en común tal y como hoy se da, no aguanta más y no puede ni podrá ser recreada con las anteojeras de la soberbia y el egoísmo.

Urge reorientar la disputa por la agenda pública para poder poner en el centro lo realmente importante, lo que nos puede ubicar en un sendero de reconciliación y armonía con un horizonte en el que visualicemos con esperanza que: “Otro mundo es posible, un mundo en el que quepan todos los mundos”.

Y llegados a este punto y aunque no se hable de ello en la mañanera, ni en el revolcamierda en el que se ha convertido la selección de dirigentes de Morena, ni en los actos de carpa en el Senado de la República, ni en el periplo de la esposa del presidente de la República recolectando afiches para una magna exposición con penacho incluido y todo lo que quepa en su prístina imaginación, soy de la idea de que debemos de hacer un esfuerzo por poner en el centro de la conversación pública el segundo documento que nos han regalado nuestros hermanos Zapatistas: Quinta Parte: La mirada y la distancia a la puerta:

“Heredar vida. Eso es precisamente lo que le preocupaba a Samir Flores Soberanes. Y eso es lo que puede sintetizar la lucha del Frente de Pueblos en Defensa del Agua y de la Tierra de Morelos, Puebla y Tlaxcala, en su resistencia y rebeldía contra la Termoeléctrica y el llamado “Proyecto Integral Morelos”. A sus demandas de detener y desaparecer un proyecto de muerte, el mal gobierno responde argumentando que se perdería mucho dinero.

"Ahí, en Morelos, se sintetiza la confrontación actual en todo el mundo: dinero versus vida. Y en ese enfrentamiento, en esa guerra, ninguna persona honesta debería ser neutral: o con el dinero, o con la vida.

"Así que, podríamos concluir, la lucha por la vida no es una obsesión en los pueblos originarios. Es más bien… una vocación… y colectiva. Vale. Salud y que no olvidemos que perdón y justicia no son lo mismo.”

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