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El populismo, asociado a los gobiernos de masas, sin definir los rasgos más allá de las palabras - Foto: Foto: Especial

El camino de la vida: ¿Qué es el populismo?

El populismo se ha venido utilizando como palabra que toma cualquier forma, lo mismo sirve para señala el autoritarismo de cualquier tipo que cualquier otra cosa

Por: J. Enrique Álvarez Alcántara, Visitas: 910

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Ahora que, con bombos y platillos, en muchos lugares del mundo se festeja la derrota electoral en los Estados Unidos de América de Mr. Donald Trump y, con ella, se anuncia, otra vez, el principio del fin de la que muchos opinólogos denominan la “Internacional Populista”; ahora mismo que también se ensalza el triunfo electoral de Joe Biden y, con éste también, la conquista de la “Democracia Americana” y el acceso de una mujer a la vicepresidencia, Kamala Harris; hoy mismo que se piensa que las Personas con Discapacidad verán una nueva ventana de oportunidad gracias al triunfo de Biden; en fin, ahora que se cree firmemente que el futuro del mundo irá mejor solo por ello; ahora también considero necesario hacer un alto en estos cantos de alegría y pensar serenamente la cuestión.

No me propongo analizar el papel que los Estados Unidos de América, a lo largo de su historia, ha jugado en las intervenciones militares en diversas regiones del mundo para erigirse a sí mismo como el símbolo de una “Democracia” (la única), que según ellos debe dominar el mundo entero.

Baste referir aquí que tan sólo para el propio Continente Americano ha significado esta “Cruzada Democrática” una cantidad de 34 intervenciones militares, a partir del año de 1775-1776 hasta el año 2004; durante este periodo de tiempo puedo mencionar las intervenciones en Canadá, Argentina, México, Nicaragua, Uruguay, Nueva Granada, Paraguay, Chile, Cuba, Puerto Rico, Haití, República Dominicana, Guatemala y Panamá y, puedo decir que estas mismas, en algunos casos, ha sido en varias ocasiones.

En otras regiones del mundo puedo enunciar a naciones como Vietnam, Corea, Japón, Angola, China, Indonesia, Filipinas, Líbano, Libia, Irak, Somalia, Bosnia-Herzegovina, Sudán, Afganistán, Yugoslavia, Yemen, Pakistán y Siria; por no contemplar su participación en ambas Guerras Mundiales. Es decir, otras 28 intervenciones militares más.

Si prestamos atención, un promedio de 33 naciones han sido objeto de agresiones militares por parte de los Estados Unidos de América, a lo largo de su historia.

Ahora bien, si además considerásemos quiénes eran los Presidentes de los Estados Unidos de América y a qué Partido pertenecían, si al Demócrata o al Republicano, tendremos una mejor imagen de una realidad que parece oculta a los ojos de opinólogos que ideológicamente no tienen una idea completa de esta realidad histórica.

Tan solo presentan sus ocurrencias para descalificar, sin realizar propuesta alguna de desarrollo nacional plausible y al servicio de las necesidades e intereses de nuestra región e historia.

Quienes se han encargado, desde hace algunas décadas ya, de propalar la “tesis” de que el “Populismo” cabalga por algunas naciones haciendo gala de “políticas erróneas” o “anacrónicas”, no han cejado en su afirmación, irrecusable según ellos, de que gobiernos como el de Hugo Chávez o Nicolás Maduro en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Luiz Inácio Lula y Dilma Russef en Brasil, Cristina Fernández de Kichner o Néstor Kirchner en Argentina, José Mujica y Tabaré Vázquez en Uruguay y, faltaba más, en México, el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ostentan el signo inconfundible de ser “Populistas”. No reparan, de ninguna manera, en que todos y cada uno de estos países histórica, cultural, política y económicamente, por no decir ideológicamente, son inconmensurables entre sí.

Estos mismos “analistas” pregonan que, sin duda, Donald Trump es (y lo fue durante su periodo presidencial) también un populista.

Si todos estos, en su conjunto poseen ese rasgo distintivo, tampoco dubitan, ellos conformarían la “Internacional Populista”; y si Mr. Trump cayó en elecciones ante Biden, la “Internacional Populista” caerá también, inexorablemente, concluyen.

Ergo, es menester inquirir lo que no han podido, deseado o intentado siquiera, comprender, describir o definir, y explicar:

¿Qué es el populismo o qué debemos entender tras este término?

El Poeta Javier Sicilia, en un artículo publicado en la Revista Proceso, de fecha 15 de noviembre del 2020 e intitulado La fuerza del llamado populismo, expresa claramente:

No sé si el término es correcto. El “Populismo” (“doctrina del pueblo”) es una especie de palabra ambigua. Sirve para calificar cualquier tipo de autoritarismo, sea de izquierda, derecha o neoliberal, tenga tintes fascistas, comunistas o simplemente nacionalistas. Una palabra sin forma que se acomoda a todo y, en consecuencia a nada.

Prosigue Javier:

El fenómeno, sin embargo, todavía está allí. Se vivió en la Alemania Nazi. Se vive en México, en Brasil, en Venezuela y, pese a la derrota electoral de Trump, en Estados Unidos ¿Más allá de definiciones fallidas, cuál es la fuerza que lo ampara? El Lenguaje.

Y, sin embargo, las palabras per se, carecen de la objetividad que posee la realidad a la que se refieren; bien sé que la Biblia expresa: “En el principio fue el verbo”; empero, bien afirmaba Goethe, a través del Fausto, que “en el principio fue la acción”. “Facta non verba”.

Debemos considerar, sin embargo, que las palabras poseen una función denotativa, es decir, poseen el rasgo de referirse a algo que se encuentra más allá de sí misma; esto es, tienen una tarea designativa o nominativa. Por medio de las palabras, los usuarios de éstas queremos mostrar algo que existe o existió fuera de la estructura física de la misma palabra. Quizás por ello, desde los orígenes de la lingüística estructural, Ferdinand de Saussure, al referirse al signo lingüístico, propuso una estructura compuesta por dos elementos: El significante (el componente físico del signo) y el significado (el componente psicológico del signo). Es necesario considerar que, en su momento, pues no aparece explícito en su Curso de Lingüística General, no contempló que las palabras, como herramientas del pensamiento, no siempre han podido referir hechos o realidades que no existían o han dejado de existir; o, a la inversa, que surgen eventos o realidades para las cuales no existen aún las palabras; entonces, hay que crear nuevas palabras, neologismos. Por tal razón es necesario considerar que como parte de la realidad, la lengua y con ella las palabras cambian y evolucionan.

Hay palabras que surgieron en una época y contexto determinados con un significado y función referencial específicas; a la vuelta del tiempo éstas ya no poseen el rasgo original parar referir lo que se supone es real o existente. Empero, al ser pronunciadas, ya no poseen el mismo carácter que poseyeron originalmente.

Como bien expresaba John Locke: “Hay personas que se conforman con el uso de las mismas palabras, como si el sonido portara el mismo significado”.

Pues bien, es este el momento preciso para inquirir: ¿Qué es lo que se quiere decir cuando se utiliza el término de populismo?

La palabra “populismo” encuentra sus orígenes por allá en la década de 1890, curiosamente en el Estados Unidos de América, y fue utilizada por el People's Party (Partido del Pueblo), también conocido como Populist Party de los EE.UU., que, por lo demás, tenía como objetivo desmontar al bipartidismo estadounidense. Según se dice, sus militantes fueron quienes se refirieron a sí mismos como “populistas”, ya que, según ellos, representaban los intereses de granjeros pobres y de obreros, cuestionando el poder del capital financiero e industrial.

Hacia el año de 1984, en Rusia, Lenin publica su famoso libro ¿Quiénes son los “Amigos del Pueblo” y cómo luchan contra la Socialdemocracia?, texto dentro del cual caracteriza el “populismo” en Rusia y lo deslinda claramente del “Marxismo” y de los planteamientos del socialismo y del comunismo. Asimismo, Lenin, con este texto se propone desenmascarar a los “populistas” y demostrar que son, en realidad, “falsos” “amigos del pueblo”.

Como podemos apreciar, el “movimiento populista” encuentra sus orígenes, por lo menos, en los EE.UU. y en Rusia, hacia el último decenio del siglo XIX.

Por su lado, Octavio Ianni, en su libro La formación del Estado Populista en América Latina (1975), expresa desde el principio:

Dentro de los fenómenos políticos más característicos de los países de América Latina en el siglo XX, el populismo ha sido uno de los más extensamente estudiados. Sociólogos, politólogos, economistas e historiadores latinoamericanos o de otros países, dedicaron y siguen dedicando ensayos y monografías, artículos y libros a gobiernos, partidos políticos, movimientos de masas, líderes políticos e ideologías populistas. En esos estudios son frecuentes expresiones como las siguientes: batllismo en el Uruguay, irigoyenismo y peronismo en Argentina, varguismo y obrerismo en Brasil, velasquismo en Ecuador, odriísmo y aprismo en Perú, gaitanismo en Colombia, perezjimenismo en Venezuela, marinismo en Puerto Rico, callismo y cardenismo en México. Mas allá de esos fenómenos políticos, también se consideran gobiernos de tipo populista el de Arbenz en Guatemala, el de Ibáñez en Chile, el de Paz Estenssoro y Siles Zuazo en Bolivia y el de Velasco Alvarado en Perú, entre otros. Igualmente, en estudios consagrados a otros problemas, se encuentran con frecuencia indicaciones o hipótesis sobre el populismo latinoamericano, o sobre fenómenos específicos de este o aquel país (…) No por ello los análisis conocidos revelan un acuerdo básico. En general hay divergencias de unos a otros, cuando no son contradictorios entre si (…) Muchas interpretaciones, sin embargo, muestran algún acuerdo por lo que se refiere a ciertos aspectos del problema. En los estudios conocidos se encuentran datos y análisis sobre el populismo como fenómeno típico del paso de la sociedad tradicional, arcaica o rural, a la sociedad moderna, urbana o industrial. Por tanto, discuten el papel de la revolución de las expectativas y función de la incongruencia del status en los fenómenos populistas (Subrayado mío).

Con base en lo que apenas se ha esbozado parece que un galimatías envuelve los usos de los conceptos de “populismo” y “populistas”, dejando más de los que creen lagunas y vacíos conceptuales a la hora de las pretendidas explicaciones y análisis.

De la misma manera, seguimos sin haber aproximado, tan solo ello, una suerte de descripción del conjunto de rasgos y características que demarcan nítidamente los términos de “populismo” y “populistas”. No vale un definición hermética y definitiva porque ello limita las posibilidades analíticas y expresivas.

Ergo, preguntémonos: ¿Cuál sería el conjunto de rasgos y características que nos permiten introducir dentro de las categorías de “populismo” y “populistas” a ciertos gobiernos, Estados, naciones, políticas, concepciones y prácticas o personajes de la política?

Lenin mismo, en el texto antes referido expresa claramente:

Desde el punto de vista de los ‘populistas’, la fuerza determinante de la historia humana son las personalidades ilustres, los ‘héroes’, las ‘personalidades que piensan críticamente’, siendo la masa, el pueblo, el que obedece a ciegas a esos ‘héroes’.

Es decir, son los individuos como entidades únicas, quienes serán “lideres”, carismáticos o no, “caudillos”, “guías morales y espirituales” de las grandes transformaciones, debido sobremanera a sus cualidades personales.

Prosigue Lenin:

(…) En los escritos de los populistas sobre el socialismo no hay nada semejante a socialista, todas sus teorías ‘no explican terminantemente la explotación de los trabajadores y por eso son absolutamente incapaces de servir para su emancipación, que en realidad todas estas teorías reflejan y siguen los intereses de la pequeña burguesía’. Por eso el socialismo de los populistas fue calificado por Lenin como un socialismo pequeñoburgués.

Lenin, agrega:

Los populistas de la década del noventa, que expresaban los intereses de los kulaks, habían renunciado desde mucho tiempo atrás a toda lucha revolucionaria contra el gobierno zarista y habían emprendido el camino de la conciliación liberal con el régimen existente

Es decir, Lenin asume cuatro rasgos esenciales que permiten identificar con precisión al “populismo” y a los “populistas”: a) Una concepción mesiánica, caudillista e individualista de la conducción de los grandes cambios sociales; b) Una concepción sobre el carácter pasivo y subordinado de las masas a las ideas y prácticas de los “caudillos” y “líderes”; c) Una disposición a negociar y conciliar liberalmente con el régimen existente; y d) Una renuncia a la lucha revolucionaria y al socialismo.

Si tan sólo adicionamos a estos rasgos que resumimos a partir de la obra de Lenin, el uso determinante del lenguaje discursivo como herramienta política para la seducción de las masas sin propuestas reales de cambio y resolución de los grandes problemas derivados del Modo de Producción Capitalista, además de señalar que los términos más utilizados en su discurso son “pueblo”, “mayorías”, “pobres”, “enemigos del pueblo”, tendremos un conjuntos de cinco o seis elementos para realizar los análisis y comparaciones, por lo menos durante el siglo XX y lo que va del XXI, de los personajes, gobiernos, naciones, políticas y discursos.

Hasta la próxima.

 

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